C O R D I A L I D A D
"No me es posible imaginar las maravillas que ocurrirán el día de mañana estando todos procurando que sucedan inevitablemente… así ocurren las cosas buenas de la vida, el brote de la amabilidad, la germinación de la paz y su tranquilidad, y el crecimiento de una amistad. Toda esta felicidad está en tus propios ojos y sólo debes ser cordial para verlas."
De pronto el negro fondo se volvió tostado mientras breves destellos anaranjados aclaraban en forma de ramas, siluetas que eran agitadas por algo tibio rodeando mi cara… fue entonces cuando supe que ya había despertado, y sonriente por lo que me deparaba el día, abrí mis ojos tan expectante que tuve la fuerza necesaria para sentarme en la hamaca y respirar profundo el aire puro de las 7.00 am. De un silencioso salto, bajé del tercer espacio para buscar mis zapatos y caminar sobre los talones al cajón que usábamos como silla y allí terminar de vestirme. Me enfrenté al espejo para lavarme con agua fría y dar inicio a lo que sentía; iba a ser un gran día. Tomé el balde sobre mis hombros pasando a llevar cada colgante a mi paso, y en un rato, decenas de tintineos se unían a la orquesta del alba. Recogí agua salpicando mis zapatos manchados de lodo y fango por el trabajo de ayer, y como una película los recuerdos de nuestra primera etapa de iniciados pasaba, suficientes para acompañarme hasta la nueva cerca limitante de nuestro recién plantado huerto.
- Vaya, vaya, el segundo iniciado en levantarse, ese es el espíritu que todo buen Cordial muestra en su vida, aprovecha el sol en su máxima capacidad. – Saludé a nuestro encargado, responsable de inducirnos en nuestra nueva vida en la facción donde todo es paz y felicidad. La tierra estaba tan blanda que la planta de mi zapato se hundía en totalidad, y como verdadero trabajo en equipo, no me di cuenta cómo en 10 minutos, todos mis nuevos amigos estaban dentro del huerto poniéndonos de acuerdo sobre nuestra primera siembra. Me arrodillé despacio para no aplastar los almácigos que, pequeños y fuertes, se disponían a ser trasplantados a su nuevo espacio en el mundo. A medida que apretaba la raíz con la tierra, mi compañera inyectaba en profundidad los sustratos que le permitirían a la planta crecer fuerte en su primera etapa, no podía concentrarme a cabalidad, porque no podía dejar de apreciar cómo todos trabajábamos tranquilos y contentos bajo el mismo propósito, sumado también a la llenadora experiencia de ser saludado, literalmente por todos, ya que muchos se acercaban a la alberca para contemplar el proceso de los recién llegados a la facción, otros pasaban con los caballos para los establos, ocupando el espacio que el ganado recorría para dirigirse a la pradera y pastar ahí.
Todos nos ayudaban diciéndonos consejos y así mejorar nuestra labor, y cuando faltaba el último brote en ser enterrado, la colosal campana llamaba a todos los miembros al Gran Árbol para desayunar juntos en el extenso comedor. Ya le había agarrado el ritmo a esto, sólo debías tomar tu plato y cubiertos y seguir la fila, hasta que después de recibir mi porción de granola una voz estallada gritó amable: - Sé Feliz.- Con una indudable sonrisa y la presión de seguir avanzando sólo solté un: - tú igual.- Era una frase corta, muy común acá, y a medida que caminaba podía seguir escuchando la misma voz hablando con naturalidad, como si fuera la primera vez que se lo decía a alguien. Nos sentamos en nuestra mesa y en los mismos lugares desde el primer día, y sin querer creo haber elegido el mejor puesto… Desde aquí podía enmarcar el imponente tronco en el centro del comedor, con largas ramas tolerantes de pesados y cargados follajes, originadores de sombra, aroma y frescura que hacía de cada momento de alimentación algo increíble.
Me uní al grupo de lavado, un pequeño grupo de 10 personas y otras que se sumaban interesados para reposar el almuerzo. Con este estrepitente día, estar a la sombra con las manos en el agua era un refrigerio seguro… pero más allá, permanecer sentado mirando lo que sucedía a mí alrededor… Un grupo de niños jugando a girar sin parar de reír, otro grupo tendido al sol conversando mientras pasan las nubes… otros trepando para botar los frutos secos y unirlos a los colgantes rústicos, al mismo tiempo que jugaban con los rebaños o encaminaban de vuelta a las vacas para ordeñarlas… cada uno tenía algo que hacer, el disfrutar de la vida era una actividad segura aquí, no me arrepiento de esta elección, no me es posible imaginar las maravillas que ocurrirán el día de mañana estando todos procurando que así sucedan inevitablemente…
El día terminó. La noche se diluye
al atardecer, y aquí estamos alrededor del margen del río, fluyente de aguas
argentinas, esperando una sorpresa (algo que todo el mundo sabe que ocurre,
menos nosotros, claro. Las desventajas de ser un trasladado) por más que nos
forzábamos en captar el primer movimiento, nada se movía… hasta que una mano,
dos amigos más allá, apuntaban a una ínfima luz que aparecía lentamente en
varios lugares, en un momento ya eran incontables, tanto así que la rivera ya
se volvía amarilla en su reflejo y nuestras manos parpadeaban por un millón de
luciérnagas silvestres que comenzaban a murmurar alrededor de todos en el
lugar, atónito me paré y cerré mis ojos. Acostado aún puedo percibir el olor a suelo
húmedo y pasto recién podado, bajo mi manga aún quedaban hojas y mis manos aún
tenían tierra. Estas son las maravillas que quiero tener cada vez que despierte,
verás luces si abres tus ojos para verlas, tendrás paz y tranquilidad cuando lo
elijas, y seré cordial cada vez que tenga la oportunidad. Ser amable, es la luz
que muchos verán y que tal vez no volverán a experimentar, todos somos llamados
a ser la luz, para todos.
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