O C E Á N I C O

"Creé la profundidad que ni siquiera yo puedo navegar. Dejé que se encadenara lo prohibido al fondo de aquel piélago, donde no podría hallarlo. Analicé todas las constelaciones y ayudas del firmamento e imploré a los cuatro vientos por su ubicación exacta, pero no había una ruta, sólo había alguien; navegante."

Arrodillado sobre el suelo veía el horizonte rendirse en la nubosidad. Y sentía como el fluido, desde la punta de mis dedos hasta mi cabeza, rodeaba mi cuerpo tenue y silente. El fluido escuálido y sin curso llegaba a mi cabeza para nublar mis pensamientos y ceder a los sentimientos antagonistas. Se esparcía por todo el cuerpo quieto sobre la símil piedra, cansándome cada vez que aparecía. Algo me quemaba, algo endurecía mis puños sobre mis muslos, siendo lo único intacto y sano, el centro de mis memorias que rebosaba aún de paz, ¿cómo está separado de todo?, no lo sé, entrenamiento quizás. Lo demás estaba afectado con la indolencia propia y lo abrumado de su pasajero.

Me enfrentaba al mar lóbrego, donde los monumentos de mi vida, habían arrojado algo que me apresaba, escondido en lo más profundo donde sabían que no llegaría. Miedos, dolores, amenazas e infamias, todo se burlaba con cada oleaje en mis pies. Estaba tentado en ir en busca de aquello prohibido, aquello que se me había arrebatado desde siempre. Tenía todas las formas de su valor menos una, y era la que estaba sumergida en el reflejo negro de mis ojos, donde la tinta de mis venas llegaba para mantenerme prisionero. Siento que me caigo en pedazos, y que el cielo no brilla como debería, han cubierto mis ojos y yo he obedecido en la sanidad, pero ya mis manos quieren tenerlo, mis oídos escuchar su mensaje y mis cristalinos deleitarse con su figura. ¿Cómo puedo quedarme parado mientras el sentimiento me evapora por dentro? Mientras afuera lo obnubilado se esfuerza en atacar también. No quiero escuchar teorías mofas de navegaciones, escuadras especializadas, ni instrumentos de última instancia para cruzar, hundirse y resurgir sin problemas. Quiero que alguien venga y saque el veneno que circula por mis venas. Pero yo tan iluso, no quiero que sea él, ni ella, y nadie quien me rodea, quiero que seas tú, quiero que vengas y me muestres el amanecer perfecto.

Todas las voces a mí alrededor me ensordecen, gritan y susurran mil respuestas que ya sé y creen necesarias. No puedo seguir rodeando el lago como siempre, no puedo seguir siendo un custodiado de mi propia prevención. Por eso mi sangre se envenenó, porque estoy en medio del querer y no poder. No hay renacer que se avecine. Estoy dejando de ver las estrellas como guía, y los vientos como amparo. Mis propias venas nutren el piélago, el óbice de todo. He intentado muchas veces ir por él pero apenas toco el agua, todo se enardece y termino herido en la orilla. No puedo entregar llanamente algo que se me ha encomendado proteger de cualquier humano. Yo estoy seguro de protegerlo, pero yo no puedo ir por él, por esta vez necesito que otra seguridad me lo pase…

…Y tú serás, y no sé quién seas, pero tú serás quien se lance al océano y se sumerja nadando en lo recóndito del piélago, para cuando decidas traerlo, vendrás hacia mí con ese valor en tus manos bajo las aguas y será entonces cuando los monumentos que me rodean intenten ahogarte y yo intente salvarnos para tener ese valor, nuestro valor con nosotros. Vivo y tan fuerte como la vigorosidad de los siete mares.  


¿Cómo puede el amor ser mi tentación?
Para qué dar más onzas al sentimiento. Abrupto y absurdo. Sé Feliz y vuelve a encenderte.

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