"Café, Cerveza & Cebada"
"Supo aparecer con potencia sigilosa contra el brío silente. Quiso capturar en su guarida a quién construyó el momento. La osadía de sus ojos enfurecida por el rubor del alcohol, habían disimulado la eminente terneza de su alma, que se fugaba de sus ojos mientras me miraba por primera vez a través del cristal, intercambió el ruido de su semblante dorado por el carbón fónico del mío."
Por un segundo el compresor de espuma alarmó mi retaguardia; con carcajadas el campante comprador recibía su jarra delft en almíbar de cebada. Desatiné el gesto de mi compañía para seguir observando a la multitud de público paseándose por el local valdense, fiel representante de Alemania. El lugar era apreciable desde la bienvenida en la puerta hasta el rincón vacío con sólo guardapolvos a ras de suelo. Cada marco de historia sobre la pared componían la cultura de la fermentación del cereal, noblemente cultivado para atraer a toda persona posible. El agua dorada era intercambiada entre risas, causas y dinero, algunos bebían compuestos y otros sólo acompañábamos su felicidad pasajera, contemplando el menaje de Kuntsmann.
Había tomado este viaje para detener el tiempo
y encubrir el descubrimiento junto al descanso, aprovechando la oportunidad de
conocer los lugares que habían sido creados para mi; cuando el frío, el bosque,
la nubosidad y la lluvia se topaban. Por tanto en mi lista, no estaba el deseo de
encontrar miradas y consistencias de un claro y fuerte haz motivador de
ilusiones. Pero todo el plan, perfectamente preparado quedó atrás, cuando al otro lado del ventanal, me observaban cristalinos de astucia escondidos por
gafas de sol, coronadas por un cabello rubio tomado. Un rostro tan potente como
el solar por los rayos ambarinos desprendidos y rodantes en su semblante. Sin más
preámbulo negué nuevamente un hecho efímero otorgado por la casualidad.

Absorbí el ímpetu que no tenía y el rasgo que tanto alejaba: la impulsividad. La osadía de sus ojos enfurecida por el rubor del alcohol, habían disimulado la eminente terneza de su alma, que se fugaba de sus ojos mientras me miraba por primera vez a través del cristal. De pronto levanté mi vista e interrumpí lo que analizaba para deslumbrarme con lo que veía. Era el egregio de una nueva barba tan dorada como la misma cebada. Sin querer hacerlo, intercambiamos la necesidad en breves y simples momentos que hicieron resplandecer su rostro aún mas. Yo te entregué mi memorable auto control, y tú me has dado el exaltado acto del impulso, el mismo trazo que usaré en mi favor para cuando nos volvamos a reencontrar, reconquistarte como tú lo hiciste conmigo.
|| Si bebiera cerveza, elegiría la negra y tú la tradicional.
Comentarios
Publicar un comentario
Sólo escribe lo que sientes, lo que acabas de leer tiene un valor personal e inmensurable ante ojos humanos.