"Edelweiss"
"En evidencia queda la lenidad que mi instinto guarda en secreto sin darme cuenta. Esporádico y perpetuo, se convertirá en inefable Alpinismo."
Aún recuerdo cuando mirándome a
los ojos que intenté esconder al voltearme, me dijiste que yo no te quería. En ese
momento te sumaste al grupo selecto de seres amados que amo en lo más profundo de
mi ser. Tú al igual que muchos otros se aliaron bajo el equiparable sentir que
provocaba inalterablemente. Pero yo no era más que otro andando en las mismas
instancias que comparten conmigo. Me duele escuchar esa pregunta, me hiere
conocer esas voces que reclaman lo que les entrego y no ven como deberían, qué digo
de sus miradas cargadas de estremecimiento cuando lo ponen en duda.
Hace un par años comencé este
viaje, decidí ir a las montañas más australes de la estratósfera y encontrar
allí el insólito percibir que me falta. Pero no lo hice solo por supuesto,
traje conmigo a mi séquito, ordenados perplejamente en la mochila que cargo a
espaldas. Al terminar el mes, desciendo al pueblo para abastecerme y cargar los
bolsillos para volver al pinar río arriba. Pateaba rocas pensando en que nadie,
y es porque, creo ciertamente que nadie puede decir que no ama ni sabe hacerlo,
desdicha o regocijo; nacemos por el amor y vivimos por él. De hecho, todavía no
comprendo con exactitud qué debo hacer para revertirlo, aún siguen amonestándome,
sus rostros y sus palabras cortadas me dicen que sigo provocando semejantes
sentimientos, me desafían constantemente a hallar la solución que al parecer es
tan evidente, pero que no puedo ver.
A veces sigo rompiéndome la
cabeza tratando de comprender cómo el niño de estas fotos es el mismo que ahora
raya esto sobre la nimia blancura. Entre las fotos y lo que explayan cercanos, describen
a uno dulce y caricioso, que podía abrazar, besar y sonreír sin ningún
problema. Ahora la frialdad me ha ganado, no recuerdo desde cuando comencé a ser
quejumbroso, ataño y terco, a tener una mirada fija y pesada; todas estas características
no han sido derrocadas por el esfuerzo desde que inicié esto. Aunque si logro
abrazar, mirar y hablar con ternura es inevitable volverme áspero nuevamente al
mundo.
La nieve del sendero es pesada,
más arriba prácticamente para caminar hay que saltar, con cada paso, queda una
huella hundida y granizada, volviéndose cafre por el légamo bajo ella. He armado
el campamento un centenar de veces, cada vez más arriba para encontrar la
razón. En mi cuaderno he dibujado muchos ejemplares, descrito sinfín de
especies que crecen en la misma llanura y siendo muy diferentes entre ellas. Más
ninguna se compara a la flor nívea, abrigada por su propio tupido sobre pétalos
rizados. Al encontrarla me agaché a su altura, sobre sí estaba el rocío
desapareciendo por el prócer del día. Tomé el bolígrafo y sobre la página más
limpia trazaba sus contornos y esgrafiaba su detalle, aliciente confiaba que no
se movería buscando el sol y sin más que buscar, la arranqué de su raíz, y la
sostuve largo tiempo mientras recibía sobre sí las sombras contorneadas de las
nubes austriacas.
Es noble y aparentemente
vulnerable, sorprendentemente tolera las temperaturas bajo cero, y en plena
tormenta de nieve permanece florente. La envolví en un trozo de lino y con mis
manos heladas y rojas la acomodé entre mi chaqueta y mi costado. Creo que al
igual que la especie Edelweiss, somos juzgados. Piensan que por ser una flor
debería morir en medio del hielo. Como no expreso lo que siento a menudo, no
quiero con demasía. Pero aquellos mienten. Si pudiera, pasaría sus pétalos
sobre mis brazos para abrazar sin detenimiento, olería su centro para besar sin
mesura, y apreciaría el detalle de sus hojas para mirar límpidamente. Aun no
llego a la cima, pero si es suficiente para comprender lo que debo hacer, no
hay rayano para lo que deseo, además lo soy, sólo que ahora pondré en evidencia
la lenidad que mi instinto guarda en secreto mientras hago este senderismo. Creo
que no hay espacio para retroceder y decir en una lista de situaciones lo que
me ha llevado a ser así, no importa en lo absoluto. Yo camino para arriba
encontrando nuevas layas, y por fin he lazado tu carácter querida Dama Edelweiss
a mi brío venático.


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