"CAMPO DE HIELO"

"Hay una cierta belleza en la resistencia."


De seguro, escritos anteriores hablan de cómo graficaba mi vida. Pero ayer descubrí la mejor forma en la que puedo definirla. Por estructura temperamental no puedo evitar vivir con cuidado, y no hablo de la que tenemos todos los sujetos, sino esa precaución exacervadamente introvertida, que si bien en mi infancia se veía como timidez o cobardía (vista por osados), no era del completo cierto, ya que hoy me lleva a grandes sorpresas. Recordé estar en la línea donde el cristal se vuelve puro en ausencia de piedrecillas y otras arenas. Podía percibir el frío penetrando por la horma de mi zapato y calando los huesos hasta llegar a la punta de mis orejas, sensación que no me era desagradable pero que sí se intensificaba a medida que me quedaba parado imaginando qué loco cruzaría de arco a arco este campo de hielo.

Desentumecía mis pies rodeando la circunvalación que se originaba en la convergencia de todas las planicies que la cordillera reunía. Debo aceptar, que siempre el centro del lago llamaba mi atención, imaginaba la adrenalina aumentando al verme encima de una superficie que en cualquier momento colapsaba para tragarme entre partes de hielo a la profundidad de sus aguas. Pero siempre me mantuve al borde del lago. Cuando tenía 17 años, intenté llegar al centro, pero haciendo equilibrio sobre un tronco atrapado desde la orilla y fallé. No inventaré sucesos para explicar lo que siento, pero creo que ahora entiendo el por qué siendo como soy, tuve que dar tantas vueltas alrededor del lago para estar hoy aquí. Mientras paseo sobre el hielo, puedo ver mi reflejo cambiando y eso es porque la misma superficie me indica en qué zonas las capas de hielo son más delgadas, y aun así me atrevo a pasar por ellas, y ante las aparentes grietas que resurgen de lo cóncavo, ya no tengo miedo, porque siento que puedo defenderme a lo que podría venir. Tengo la seguridad de saltar y saltar sobre el mismo lugar, confiado de que el gran grosor del suelo impedirá mi caída, puedo sentarme o acostarme sobre la superficie, de hecho desde acá pareciera que las estrellas chocan brillantes sobre la nieve de las laderas.

Sé lo que están pensando y no, no se trata de una “liberación” o una autoconfianza exagerada o nacimiento de la intrepidez… simplemente se trata de esperar y vivir el momento correcto. ¿Qué sacaba con arriesgarme sin causa? O ¿adelantarme para caer en lo profundo? Así como el lago se cristaliza para el Iniverno, como el trigo espera al verano, así mi alma aguarda en lo Altísimo. Se mantiene el riesgo, pero con las estrategias para mantenerme sobre el campo. Este es mi lugar, esto era el extremo que nunca pude definir. Los tonos graduados por el juego de la mañana y la tarde sucumbían mi curiosidad sobre los colores verdeaguas, esos bordes celestes que se oscurecen hasta su próximo ángulo agrietado, se pueden distinguir las burbujas congeladas en el mármol gélido, si tan sólo pudieran estos frascos capturar estos colores para portarlos conmigo a donde yo vaya. Como escuché en una película: “Hay una cierta belleza en tu resistencia.” Y esto es bello. 

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