"Acción de Gracias"
"El cuarto Jueves de Noviembre se convierte en 24 horas que te llama a agradecer. El día que corona la acción de la temporada para sentarte sin excusas y observar que lo más abundante que tienes, es lo poco que se queda contigo en todo momento."
Terminaba de acomodar las ramas en el centro de la mesa para correr a abrir la puerta. Mientras todos conversaban en el jardín delantero, regresé a la cocina del saber para dar las últimas sazones a la cena a punto de iniciar. Saqué del refrigerador el postre que deslumbraría a todos para llevar la jornada al tope. Batí la crema para decorar el pie de calabaza sin prestar gran importancia al horno que entregaba su labor. Mientras rellenaba la manga veía el comedor bajo el tejado de madera y cómo una de mis primas encendía las velas minutas sobre los troncos a lo largo de la mesa. Había hecho un gran trabajo dejando de dormir la noche anterior, cubrí todos los detalles posibles del ambiente, junté las hojas del abeto y llené la cornucopia familiar de frutas y cereales. Junto a la mesa de recepción coloqué los panes de papel maché con espigas de trigo recién cortadas. Sonreía a todo aquel que se paraba en la ventana para espiar lo que llevaba entre manos. Coloqué las 16 porciones sobre la tarta y pedí a uno de mis hermanos que lo llevase nuevamente al frío para que se aunaran todas las esencias.
Tomé los paños de cocina para limpiar los mesones y comenzar a acomodar los platos en sus recipientes y llevarlos a servir. Claro que fui interrumpido varias veces; tíos, primos y amigos venían a saludarme una vez que llegaban, y me mostraban lo que traían para acompañar la cena, junto a marcar su asistencia en el pizarrón negro de tiza que hice en la sala. Lo bueno de las invitaciones a comer para la familia, es que deben obedecer lo que les pides: venir con algo naranjo o colores de la mejor estación del año. Abracé a mis queridos primos, con quienes compartí tantos momentos en la infancia, aquellos juegos de plaza, esos romperíos de papel al son de las risas. Hice una señal a mi madre para que comenzara a llamar la atención de todos, y pudieran leer sus marca-puestos de animales tallados en madera. Hice que mis primos más chicos pintaran sus manos en hojas secas y para que mis primas mayores las colgaran en la entrada del establo. Me reía mientras mi tío lanzaba chistes bajo el cobertizo, todos le seguían el juego entre tanto vaciaban las jarras con sidra o jugo natural de manzanas, ya sea en los vasos o derramando la espuma al suelo.
De pronto, mientras mis amigos degustaban la salsa de arándanos y me preguntaban sus secretos, sonó el timbre del horno, tomé el paño de mi hombro y poco a poco sacaba el pesado, jugoso y dorado pavo relleno de frutos silvestres con pistachos y almendras tostadas. Tomé de la bandeja caliente el ave recién horneada y la puse encima del platón cerámico para comenzar a rodearlo de ramas verdes silvestres y frutas especiadas con canela y nuez moscada. La bandeja relucía tierna y llena de gracia. Tomé con fuerza ambos aleros del platón y caminé por el corredor del patio para llegar al salón convertido del cobertizo. El centenar de ojos presentes se redirigían a lo que llevaba entre mis manos, sonreían a medida que veían mi logro y compartían conmigo este día tan especial. Coloqué el pavo en su lugar apartado, el punto medio de la larga mesa coronaba el vaivén de copas brillantes y tonos anaranjados que imperaban el lugar. Llegué a mi puesto en una de las cabeceras por elección propia y apenas agradecí la presencia de todos, invité a sentarse en sus lugares. Pero me quedé de pie:
"Mis preciados seres amados, sería hipócrita de mi parte comenzar a agradecer por todo, porque no ha sido así. Muchas veces he renegado por lo que he pasado y cuestionado en gran manera cada lucha que he debido enfrentar. Podría seguir viendo lo malo de cada cosa, pero hoy no puedo estar triste. No estoy seguro de muchas cosas en mi vida, pero de lo que sí agradezco hoy, es rodearme de mi familia, mis amigos... quien guardo en lo más profundo de mi alma y que sin todos ustedes, me hubiera rendido hace mucho tiempo. Larga y provechosa vida para todos ustedes."
La cena está servida.
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