"Cornucopia"

"En la abundancia de lo ignorado, hallaste el firmamento que necesitabas. Yo ya sé donde guardar todo lo que tengo de ti. ¿No mereces tu también una fuente de propia abundancia para guardar lo que has obtenido de mí?"


A veces me da ganas de arrancarte los brazos y tenerlos ahí para que me abracen cuando lo necesite. Desearía encerrar tu voz en mis puños para que cuando mis manos sostengan mi cabeza, entibies la copula de mi oído al sentir tu aliento hablando y deje de sentir el frío. Quisiera arrebatar el brillo en el centro de tus ojos para iluminarme en las noches más oscuras y que profusamente se convierta en mi sol de mediodía. Pero pareciera que quien desea tenerlo todo, nunca podrá poseerlo. De tu sonrisa sólo quiero la dulzura para cambiar el amargor que dejas, cada vez que desapareces.

Estando en plena primavera, el norte celebra el flamante tiempo del Otoño. El armazón que ennoblece todo y vuelve tenue la razón de muchas cosas, al punto de modificar sus esencias. Anhelo tomarnos una foto bajo aquel árbol perenne un día de Junio, atrapar la lluvia con la cara mientras corremos por la calle, déjame tomarte muchas fotos mientras duermes, cada vez que comes papas fritas o bebes café para mirarme por el borde de la taza. Quédate en silencio, no te muevas para que la luz no desaparezca, permíteme respirar el momento sin presura para que cuando toque el recuerdo, comience todo a retroceder con frescura y nitidez. Pintemos tu mano del azul intenso en tu pañuelo y entrecrúzala a la mía mientras reposamos sobre el pasto, deja marcado tu toque para cuando vuelva a entrelazar las mías, sienta tu piel, tu mano tirándome hasta chocar. Sé que te gusta componer canciones y cantarlas mientras nadie está contigo y a mí contar historias cuando nadie puede leerlas, inventemos ese momento juntos en el que nadie sabe dónde estamos, ni oírnos mientras nuestras miradas hacen ruido.

Dame parte de tus hojas entonadas para meterlas en el cuadernillo kraft que ambos construimos sin querer. Justo como una película donde los protagonistas se conocen, terminan y vuelven parecemos nosotros cada vez que aprietas me gusta a fotos que viste hace dos semanas, y yo que dejo pasar tus fotos para tener la excusa de encontrarte antes de acostarme y duermas viendo la galería que inspira tus comentarios. Me cuesta trabajo doblar tus largos chalecos y comparar las camisas sin encontrar un punto igual. Quiero quitarte ese collar que toca tu pecho y amarrarlo a mi muñeca para no perderte de vista. Yo quiero tus zapatos para marcarlos por toda esta habitación y llenar tus pasos de él, seguir el mismo camino que traes desde tiempo, regálame el cajón de lápices para rayar y tus técnicas cada vez que pillas una cartulina en blanco, deja imitar tu talento para frenar un poco lo que siento por ti, estáncame ahora o no pararé jamás.

La mayoría se fija en la falta. En lo roto, en lo desarmado, en lo chueco y en el espacio. Y sólo algunos entendemos su por qué. A lo largo de nuestra experiencia como seres humanos perdemos muchas cosas, disminuyen nuestras fuerzas y dejamos rastros de ello en todo lugar querido. Y anhelamos volver a sentir/tener lo que ya no está. Con tantas cosas dando vueltas en el mundo, jamás podré calcular lo que en verdad quiero de ti, a veces es todo, y sinceramente, a veces nada. Y tú no eres parte de ellos, de los que ignoran el valor, tú viste mucho más de lo que mostraba. En la abundancia de lo ignorado hallaste el firmamento que necesitabas. Podrás correr de lo que sabes, y apostar tu propia vida negando que quieres todo lo que soy, porque quieres todo de mí. Ahora he hablado tantas cosas que no sé ya qué hacer con ellas, ni donde conservarlas.

Pero todos tenemos una cornucopia, el monumento desde la cual migra toda abundancia para nosotros. Este borsalino está lleno de ti, por más veces que lo vacío, siempre termino llenándolo otra vez. El espacio de este dintel de chocolate no tiene fondo, no puedo calcular el precio de esta cornucopia, pero sí sé que te fascina leer cosas como éstas y que archivas en tus favoritos la dirección que me lleva a ti. Seguiré dejando que me quites cosas para formar tu propio arsenal, porque ambos somos ladrones del mismo otoño, que guardamos compulsivamente lo que nos hace seguir viviendo.  

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