Habitación

"El lugar que cada uno baja de su propio cielo. El ambiente que creamos para tener vida eterna en medio de la mortalidad. El lecho que nos despide al despertar y nos recibe al dormir. Es ese rincón limítrofe que encierra un infinito para cada uno, en sí mismos."


Todos tenemos ese rincón sagrado donde puedes imprimar tu esencia. El lugar que confeccionas sin miedo al rechazo, porque es aceptación pura para ti mismo. Hace semanas convergí en la idea de que estas tres paredes y un ventanal se han convertido en mi refugio. Llevo casi tres años construyendo un templo para mí mismo, ordeno, creo y desecho para pulir la habitación que tanto anhelo. Es el espacio que me ha albergado en noches como ésta, y ¿por qué escribo esto ahora? porque hoy es una de esas noches. Fue uno de esos atardeceres en que la realidad me invadió y no pude vencer. Escondo en estos lugares colecciones invaluables, semillas, botellas, camisas, pinceles, libros, arte y madera. Aquí nadie puede verme, aunque el astuto me capte con su mirada, veo la vigilancia del atento, soy víctima del impulsivo en la tierra, y aprecio el vuelo del relajado. Los únicos que acompañan mi fortuna en momentos todos. 

Ahora, no tengo a nadie con quién hablar. Esa mentira de que siempre estarán para ti es la más cruel, repetida y amarga que podemos escuchar, y estoy harto de seguir sintiendo dolor por esa misma frase. Antes pensaba que no lo merecía, pero ahora dudo en que así sea. Tal vez soy un pésimo amigo. De todas maneras soy un hijo muy malgradecido, y claro está, hubiera sido un desastre como novio de alguien. Aquí llego al punto en que ni siquiera sé que me espera afuera cada vez que me levanto de mis sábanas, si salgo con optimismo, y llegaré de igual calibre a dormir deseando no despertar jamás. Me da terror pensar en que alguien pudiera descifrar todas las hojas escritas que he escondido a la vista en esta habitación. Pero tampoco lo entendería. No culpo a nadie, ni yo me soporto en realidad, ¿cómo puedo vivir así? me dije sarcástico ante esto. Aunque todo apunte a ese concepto, por favor, no es mi intención autocompadecerme, sólo quejarme en palabras que no tendrán voz.

Ahora, me siento bendecido por tener lo que tengo, generalmente, las personas que entran a mi pieza, desean no salir jamás. Planean dormir en mi cama, intrusear los cajones y el baúl, examinar todas las piezas de arte rústico y encontrar el secreto a tanta maestranza. Cuentan las alas de las aves y rozan su piel contra las cortezas y maderas, aprecian la unción de los colores desde el dintel del techo hasta la cobertura del suelo. En cada esquina producida hallan algo nuevo que observar. Sólo ojos curiosos pueden ver más allá de lo superficialmente puesto. Aseguro que hay mucho más al mover las cosas de su posición, al invertir el sonido de los objetos, al tocar el menaje o texturizar las cosas del arte. Desde donde yo miro, esta habitación me lleva a las alturas, me transporta al cetro incomparable del relajo, me invita a mirar el techo y a través de él, el firmamento para seguir soñando con los ojos bien abiertos, para rederigir mis fuerzas a otra nueva creación. ¡Claro! ¿Redirigir?, no, me da la fuerza. Me inspira a seguir haciendo cosas que me permitan seguir estando aquí, seguir formando parte de la humanidad aún. No sé qué me moverá afuera, pero aquí dentro no pararé jamás. Es tan frenético esto, que al iniciar este escrito estaba casi llorando, y ahora me río. Que cuático, como el ambiente puede transformarte, aún cuando lo que yo creé se va en mi contra para mi favor. Aunque nunca lo entiendas: Cómo te amo mía habitación. Deberían enterrarte conmigo, para seguir viviendo en el descanso.

// Pondría una foto de mi pieza, pero sólo sabrás lo que significa si le ves con tus propios ojos. La imagen de arriba, tiene componentes parecidos, como dos, pero al menos tiene. Creo que ésta sería mi pieza, y mi pieza, sería lo que en mitad es... un taller.

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