"PUEBLO NUEVO"

"Llegué para quedarme. No hay pistas ni señales de un nuevo comienzo y una vieja vida, todos me verán y no podrán conocerme. Aunque tenga que prácticamente hipnotizar a todo el pueblo o borrar a golpes su memoria para que olvide diariamente que ahí vivo, tendré la vida que ésta no me permite tener, y que confortablemente no tendrá boleto de regreso."

Extendí mi brazo tan rápido que por poco dejaba mi bolso en el paradero, cargué sobre mis hombros todos los bultos que llevaba para saludar al chofer y al asistente de viaje. Caminé por el pasillo angosto, haciendo malabares para no chocar a nadie y llegar a la ventanilla del puesto 10-A. El asiento confortable me abrazó y no tuve más solución que quedarme dormido en su género.

El motor comenzaba a derrumbarse de su función, despertando a todo el mundo a bordo. Bajé tapando mi vista contra el sol, respirando el aire fresco del pequeño y celestial pueblo que desde ahora y en adelante llamaría hogar. Comencé a transitar por la calle central repleta de tiendas para inspeccionar los mil locales lado a lado de la vía. Los faroles eran tan altos como en una ciudad, pero se mantenían aún como en el pasado. Pareciera que todo el pueblo se mantenía aquí durante el día, la cantidad no sobrepasaba las 1000 personas según la guía turística, pero aquí había una gran muchedumbre. Caminé hasta llegar a los pocos colectivos que me llevarían a la pequeña casa junto al lago, el rincón del mundo que nunca nadie aludió y que me cobijaría hasta el fin de mis días. Abrí la puerta y batí mis pies en un improvisado tapete de restos de waipe usados para barnizar las paredes. Apenas tenía un tronco de mesa y una silla para sentarme. Lo poco y nada que tenía de muebles sería combinados con telas azules, garzas y cafés, y más madera en estado nativo. Prendí un fogón para calentar agua en un caharrito de lata y comer unos pasteles que acababa de comprar. Armé mi cama y desenrollé mi tan preciado cubrecama garzo, preparando todo para mi primer noche solo en el resto de mi vida.

Salí temprano y me dirigí al centro de salud donde comenzaría a trabajar mañana, sería parte del equipo escaso de profesionales que cuida de la Salud de todo el pueblo. Registré los estantes de la consulta, papeleo y mobiliario y calculé todos los espacios posibles para que mañana no me encontrara con tantas sorpresas más allá de las personas. Saludé a tantas caras nuevas durante la ruta hasta el supermercado, que me asusté por autosabotear mi plan. Tomé el carro para abastecerme y llenar las cajas de cartón que prontamente se transformarían en muebles para una cocina. Llegué con pequeñas bolsas a una cafetería para almorzar, más parecía una fuente de soda; en el mesón iban y venían sandwichs, cafés y bebidas, el hambre me asesinaba con todos los pasos que daba. La mayoría me miraba al entrar y al salir, hacían un ademán de despedida, así que les correspondía con la misma solicitud, hasta familiarizarme con el ambiente acogedor, las nuevas caras y voces, estaba cómodo en un nuevo lugar, donde nadie me conocía en lo absoluto, donde podía ser lo que quisiera sin necesidad de la mentira o la verdad, me encontraba resuelto a tomar esta nueva vida, y nunca regresar a la anterior. Dicen que en un "pueblo pequeño, infierno grande", pero no me interesaba conocer y hacerme amigo de toda esta humanidad, sólo vivir tranquilo ayudando a las personas que necesitasen atención de salud. Sería inevitable no conocer a gran parte de las personas, pero es labor del oficio supongo, sobretodo, cuando nunca antes había llegado alguien para rehabilitación. Era sublime llegar a un lugar que nadie sabe de ti, ni tus miedos, pasados, vivencias o personalidad. Ser lo que decida sin miedo a nada. Me encantaría tener la habilidad de convencer a cada habitante al mirar en sus ojos, a olvidar que me ha visto y qué hemos hablado, y que sólo lo recuerde cuando nos veamos, y apenas alguien externo a nuestras fronteras pase, no tenga pistas sobre mí. 

La única forma de sentir un recomienzo, es cuando has echado raíces en un sitio y quieres replantearte en otro. Quisiera replantearme muchas veces para evitar que todas las personas que me conocen me hagan daño, entre más nos conocen los 'seres amados' más estrategias les damos para herirnos. Bueno, es parte de la vida, el componente del daño que no podemos evitar, pero sí elegir. Estaré pronto en una nueva vida, lo siento en mi corazón, viviré feliz en ese pueblo y no pienso volver.  

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