El Teorema de lo Complejo

"Para entender otras complejidades, he tenido que convertirme en uno, tal vez indescifrable para muchos, pero suficiente para guiar a otros por la ristra de su descubrimiento."


Cuando niño me frustraba compararme con un par de compañeros que consideraba demasiado inteligentes para el promedio, lo que yo ganaba estudiando ellos lo adjuntaban en un par de pestañazos, como si escanearan la información de la pizarra. Espero no haber sentido envidia, o al menos de la buena claro, en la que resolvían los problemas matemáticos de una forma audaz y variablemente exitosa. Siempre me costó entender los componentes de los problemas, identificar qué es lo que debía sumar, al multiplicar, dividiendo la resta... algo así... como si fuera poco, al problema numérico le agregaron letras que causaron un descompás mayor en la enclenque seguridad personal que me aquejaba aquellos días. Todo cambió en la universidad, cuando un maestro de la Terapia Ocupacional nos presentó la sublime Teoría de las Inteligencias Múltiples, a través de un paper, supe desde entonces, que no era el frustrado destinado, sino, el no potenciado. Y como ya habrán descubierto varios escritos atrás, en realidad desde el comienzo, me corresponde la incomprensible, pero tan útil en estos tiempos: Inteligencia Intrapersonal. La capacidad de entenderse a sí mismo, favoreciendo el complejo psíquico del Auto-tanto. El cohete que usé para ir al espacio de la autovalidación, fue destruido por las evaluaciones correlativas que siguieron enfrentándose a mi capacidad de comprender lo que pasaba reiteradamente por mi lóbulo frontal y sistema límbico y que entrañablemente no me servía en lo absoluto para responder un examen.

Pero sí creo que me ha servido hoy para comprender las teorías relativas de otros. Comenzando por la insustituible idea de hallar las palabras que ruboricen los pensamientos más acallados de quienes me debo al ayudar. Cuando era niño nunca dimensioné el propósito que descubriría en mí más adelante, incluso pensando en las grandes frases que compongo en la situación menos esperada, hasta yo me sorprendo de mí mismo varias veces al día. Algunas personas me consideran el más sabio de su círculo (¡vaya qué responsabilidad!), otros, tan sólo un iluso sensitivo que no sabe nada de la vida y se atreve a opinar, creo que ambas aristas no se equivocan del todo, de hecho, he tratado de ajustarme justo a la idea de ser una especie de chamán (no mires con cara de extrañeza), es lo que suelo sentir cuando en los ojos de esos jóvenes aparece un destello de cordura y aliento en sus propios valles de angustia, pasan desapercibidos de sus propios entornos, pero no para mí.

Habitualmente me siento como un niño temeroso al avanzar, pero que ve su gran tarea de reaccionar cuando le toca ser el adulto para otros, transformarme en lo que ellos necesitan para sentirse mejor; algunos reciben a un amigo, unos a un juez, un guía, otros a un consejero, hasta incluso un padre, sí, un padre... digo, ¿cómo puedo ser tal ente para ellos?, y no pienses que quiero serlo intencionalmente, pero no me gusta rehusar de la rútila tarea de sanar a otros, enseñar a mis pares cómo usar las venditas correctamente y pegarlas en los recuerdos adecuados. Han sido dos años tan intensos... tan sabios que me han dado las respuestas que puedo compartir con otros, incluso, sabiendo que los demonios anclados al despreciable pasado se presentan para trapear el suelo como su última función en quienes comienzan a dar la mano al empoderado futuro.

Tengo un amigo, una vez me volteó y con ambas manos en mis hombros me preguntó fijamente el por qué era tan complejo, nunca podía entenderme del todo y quería hacerlo… pero nunca podría, porque hemos vivido vidas muy diferentes, bajo condiciones tan distintas… Para entender otras complejidades, he tenido que convertirme en uno, bastante indescifrable para muchos, causando una curiosidad interina… últimamente me he dado cuenta que la razón por la que tantos jóvenes se acercan a mí, no es por su verdadero problema, sino, por tratar de entender porque soy como soy, misteriosa impresión que causa un extraño en ellos… Escuché una frase en una película: “la grandeza, yace no en la fuerza, sino en el uso correcta de ella. Aquel o aquella cuya fuerza tenga más corazón, es quien más fuerza tiene y a quien más gente atrae.(1) No quiero ser grande, sino humilde, pero necesario para guiar a otros en sus propias rutas de descubrimiento.

|| (1) Henry ward Beecher

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