El Pasadizo

"Aunque se parece estrechar, jamás había visto algo tan quieto y esclarecido, limpio como las corrientes de las aguas y el declive de la luz sobre ellas, y tan reconocible como las hendiduras de mis manos."


En otra etapa tomar un desvío hubiera resultado confuso, prácticamente impensable ante la estructura segura que me armaba, pero hoy, creo que enfrento una de las astillas que más molestia me causa en el alma.

Me quedé parado analizando lo particular del camino, era lo suficientemente bello para acercarse, pero no dejaba de ser peligroso… a pesar de ser un entorno natural, la incidencia del hombre revestía a lo largo de su trayecto un delgado cordón negro como simple barrera entre el suelo firme y el agitado río que se desarmaba entre las impermeables paredes del conducto herrado. En realidad, es hermoso el sendero agrietado desde aquí, parece que la luz hace su trabajo de embellecer aun lo que se asemeja al extraviado sentido de la estrechez.

No tengo miedo en lo absoluto, sé que no puedo caer, tengo la seguridad de eso, lo más extraño es que tengo la convicción de que llegaré hasta el final del camino aun sin estarlo viendo; esto es extraordinario, no en el sentido de espectacular, sino en lo inusual de estar confiado ante el desafío y un poco rasguñado, sentirme fuerte para pasar el trago amargo. Camino tocando levemente el muro frío y ceroso, lóbrego por naturaleza, pero con los brazos abiertos para intentar alcanzar la llovizna de las ínfimas cataratas que imitan la grandeza; al caer libres sobre la corriente del agua. Dejé de tocar el muro para pisar firme el borde, puedo sentir los cordones tensos por el disimulo en la orilla, la valentía proveniente de los haces me convence de eso porque todo es tan nítido; el agua es una capa que aumenta la definición de las cosas, intensifica su color y resalta sus mayores virtudes. ¿Qué clase de desafío es este? En el que tengo todo para caminar y llegar a lo que desconozco, no puedo compartir más características del camino porque me es velado lo que viene, estoy recién empezando, pero ya no me aterra no ver rostros de sostén, no me amedrenta la maldad; la oscuridad de las personas que intentan lastimarme, porque sé lo que tengo, valoro lo que soy y he vencido, pueden hablar, inventar, criticar, juzgar, pero jamás podrán derribarme de una manera tal que me impida obtener mi laurel al inicio de la jornada eterna.

Aunque se parece estrechar, jamás había visto algo tan quieto y esclarecido, limpio como las corrientes de las aguas y el declive de la luz sobre ellas, y tan reconocible como las hendiduras de mis manos. Este es sólo un pasadizo más que me toca recorrer solo, para aprender de mi resistencia, la persistencia a no ceder mi amor propio, ganar porque decido hacerlo, crecer porque es lo inevitable, es sólo un camino más longevo a la gloria que me espera aquel día.

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