El Chico del Tejado
"Hago lo que todos deberíamos hacer en algún momento, aconsejarnos a nosotros mismos, consolando hechos del pasado o detallando algo llamado Sueño."
Con mucha frecuencia pensamos en el desastre que somos, claramente por
nuestra naturaleza con tendencia al desorden (cuando todo el cosmos apela a lo
contrario) es razón unigénita para explicar los por qué tan indeseables y
continuos de nuestra vida. Perdón, pero me atrapó otra vez la nostalgia y me
fue imposible mirar el presente con el optimismo que llevaba inventándome hace
meses, a ciencia cierta, siento que no he avanzado en lo absoluto, mis
pensamientos y emociones confabulando prosiguen en su propósito de arrancarme
la propia validación que escasea tanto por estos días. Fallo continuamente a lo
que profeso, he tratado de ejercitar mi Fe, pero siento una hipocresía superior
que domina mi ánimo, incluso no haciendo algo (y ni haré, conociéndome bien), caigo
en el error de sentirme culpable incluso en lo que imagino, que es bastante,
desde niño me cargo en los rincones de mi propia mente, inventando planes para
escapar de lo inevitable ¿no?, Tal vez por eso siempre fui tan simbólico y
metafórico, dibujando donde podía, diagramando en el aire, creando un mundo
fantasioso paralelo al cual intentaba meterme…
Pero no todo es tristeza ¿verdad? A ratos una pseudo-bipolaridad me
hace reír pensando en tantas embarradas posibles que serían dignas de una
comedia, comienzo a cavilar en las vidas de mis amigos, cercanos, y
prácticamente en las teleseries que vuelven sus vidas, haciendo falta un poco
de acción más... Pero que fiasco puede ser la vida a veces (?), me he detenido
a pensar en esa “falta de acción”… creo que todos tenemos una falta de algo,
paradójico o lógico, es asunto de observar una llena de problemáticos sin
decisión, callados sobre adaptados luchando por ser alguien, héroes sin capa,
filósofos sin reconocimiento, amante sin amor, galerías vacías por falta del
artista, en fin, la lista podría aumentar exponencialmente, seguro se te
ocurrió una para agregar.
Un año nuevo subimos al tejado del cobertizo para ver los fuegos
artificiales, me quedé una hora más contemplando lo absorbente de la noche y
oyendo la ausencia gustosamente. Hablé tantas cosas conmigo mismo, por primera
vez no lo musitaba entre dientes ni estremecía el eco de mi cabeza hablando en
los recuentos de mi casco, esa vez hablé de verdad, para escucharme.
Creo que estas son las cosas que piensas cuando estás sentado sobre un
techo, en realidad, desde la primera vez que lo hice, me volví adicto al sentir
la paz que te puede dar estar a unos metros sobre el suelo, es como si las
planchas metálicas te transmitieran sobre energía extra para pensar, pensar y
pensar, en cosas bastante ingeniosas la verdad. Cuánto más me esmero en diseñar
planes que garanticen mi felicidad futura, con mayor facilidad son arruinados
por las circunstancias, es cuando se me ocurre saltar nada más para probar un
poco de la adrenalina que invertí en la simulación del porvenir, si me ves otra
vez sobre el techo, debes saber que estoy atribulado pensando algo que no puedo
solucionar, hago lo que todos deberíamos hacer en algún momento, aconsejarnos a
nosotros mismos, consolando hechos del pasado o detallando algo llamado sueño.
También soy un chico del tejado.
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