SIFÓN & CÁMARA

"Nos tocará ser el defensor de momentos como estos, disfrutar el pelear una batalla perdida, porque son esas las que valen la pena luchar, haciendo lo que fuera por mantener un rostro amansado, un café sifón preciso, y tu cámara captando sutilmente el curso justo de la luz."


Golpeaba el vidrio tarareando la canción de Zack Waters que Spotify expandía dentro del auto con el volumen suficiente para no agitar mi atención en el reflejo de tu cara en el parabrisas, sonreía por tu emoción exinanida, y yo lo hacía por el frío que intentaba disimular soplando en el cañón de mis manos. Divisaba la claridad menguando entre los valles que zigzagueaban a la distancia, llegar a una reserva era para nada fácil, pero de seguro valdría la pena, si estaba contigo en medio de la naturaleza descalabrada. Detuvimos el auto pensando en el cuadro preciso, aprovechando la hora para que el momento no se nos escapara para variar; hice lo mío: bajaba el termo, el sifón y el café y tu abrías el equipo con tus lentes y sus baterías.

Te di la mano de un salto para que subieras conmigo sobre la cabina, quedamos tan enfrascados por el segundo, que fue inevitable tener tu cabeza en mi costado mientras reíamos nerviosos al atardecer que intentaba impresionarnos en un horizonte perdido. Tengo tantas ganas de acariciar la circunvalación de tu rostro, pero lo perplejo, es que no sé cómo hacerlo, porque eres la primera persona a quién lo haría, pero ¡rayos! Que vacilante he sido para rozar tu oído y prestar tu cabeza para un ensayo tierno y quieto de alguien que no sabe amar. Aspiraría a decirte todo lo que siento cuando te veo siendo tú día a día, lo mucho que admiro tu personalidad popular y renuente a la vez y esa sonrisa imitante a los de 5 años en su pura espontaneidad. Pero, ya descubrirás, que antes de hablar tengo que escribirlo propiamente, sobre todo lo que respecta a emociones y elogios, porque quiero dar la opinión cierta, no pasar a llevar a alguien y expresar sucintamente lo que concibo para que no haya dudas. Mas, contigo todo es tan diferente, siento que arruinaré esto si abro la boca, de modo que prefiero desarrugar la hoja de cuaderno en mi bolsillo y hacer la maestría de escribirte algo al tiempo que acaricio tu cabeza descubierta como llevaba haciendo los últimos dos minutos fugaces.

Sé que ambos estamos sedientos de encontrar nuestro lugar en el mundo; hablo del espacio que nos pertenece por derecho al ser amantes sobre la tierra, deberíamos reclamar esta vista, desde aquí se ve todo tan pequeño y lejano… inofensivo para los dos. Soñamos con un escondite altivo lejos de esas reglas y vacíos ojos que nos demandarán ante un estrado que no ganaríamos, aunque colmásemos a su multitud. Disfrutaría pelear una batalla perdida, porque son esas las que valen la pena luchar, haciendo lo que fuera por mantener tu rostro amansado, descansado y respirando entretanto tu cámara sube y baja sutilmente captando el curso justo de la luz.

Siempre he tenido tanto miedo de invitarte, porque llegará el punto en que no nos vamos a querer ir sabiendo que tendremos que hacerlo tarde o temprano. Sentí tu aliento pasmo cerca de mi cuello al intentar hincarte torpemente para fotografiar lo que veníamos a buscar, un momento solos entre las montañas, alejados del ruido y su origen verdugo, perpetuando una oportunidad creada por lo que hemos elegido. Quiero que permanezcamos así, juntos sentados sobre un auto mirando como el cielo se apaga, estrechándote mas entre cada risa, mientras escondo mi nariz en tu nuca nácar hasta que una inicua llamada nos interrogue con 'dónde estamos' y 'qué estamos haciendo tan tarde', respondiendo de mala gana y con cortes voz el falso apresuro de retornar cuando no lo deseamos. ¿Será que podemos vivir algo así antes que acabe nuestro amor despierto? Sea cual sea ese lapso, yo estaré aquí parado en el auto, en nuestro mirador abrigándome con tu gorro rojo de lana.

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