Aullido

"Ambos aullamos riéndonos de la tragedia, sonreímos a la circunstancia, porque hemos aprendido a ganar nuestras batallas de pie."


Qué estoy haciendo. Por qué no puedo dejar de buscar tu mirada compasiva entre la gente y sus árboles, no voy a reconocer nada porque no nos conviene, pero acepto sinceramente que como a nadie, te he mendigado atención sólo observándote a distancia, estupefacto estudiando qué haré cuando me notes a tu alrededor. Esta semana, fue tan breve, pero me hizo inmensamente feliz verte todos los días, con tu cara hipomímica que parece brillar cuando me saluda en dos fríos segundos, el miércoles cuando viajaba devuelta, sólo quería que me abrazaras, o hicieras esas cosas patéticas que hace la gente que se gusta de apoyar mi cabeza en tu hombro o rodearme con un brazo sutilmente hasta respirar tranquilo en un momento de tristeza agitada.

Es algo muy absurdo, pero entre más lo pienso, más lo siento; es algo que quiero contarte porque es el mismo peso que llevo cargando cada noche antes de dormir, no se lo he contado a nadie, quiero que lo sepas. Hace 8 años nos cambiamos a una casa nueva, en realidad era muy antigua tuvimos que repararla, pero a lo largo de la construcción, hubo alguien que me ayudó a sobreponerme a los cambios, a tener esperanza después de mi mejor batalla de los 17. Era una bola negra con ojos tan profundos como su pelaje, dos patas blancas y un robusto pecho del mismo blancor, era tan pequeño e indefenso, tomarlo a cada rato era un impulso, siempre fui tan cobarde con los animales, pero por primera vez se me dio la oportunidad de conectarme con uno, que ha sido… cómo decirlo… tan importante. Me molesta tanto llorar ahora, y estar tan lejos para no ayudarle como él lo hizo. Creció tan rápido, y yo fui tan tonto para no velar más por él, me aíro tanto cuando pienso en el por qué, o cómo… Quedé congelado cuando mi mamá me dijo que estaba quedando ciego. Un perro tan gallardo, enérgico e inteligente, se veía aminorado por su falta de visión, que fuerte fue llamarlo y no verlo correr hacía mi ni pararse para abrazarme. No sabía a dónde ir, reconoció mi voz al erguir su cabeza, pero fue tan difícil acercarme a él para que oliera mi mano y con tanta timidez se allegara lento a mi pecho.

Fueron días tan tristes estando en mi propia casa, trataba de no llorar cuando salía a conversar con él, pero verlo ahora caminar olfateando el piso, chocando con todo a cada instante y cómo explico esa sensación de impotencia cuando en las noches en plena oscuridad lo escuchaba aullar en su llanto, qué ganas de entrarlo y hacerlo dormir en mi cama para quitar esa agonía de desamparo. Pero es una batalla que debe ganar por sí mismo y eso es lo que me aterra más, nunca quiero controlar nada, pero ahora y con todas mis fuerzas desearía contar otra historia.

¿Ahora entiendes por qué te imagino en un abrazo? Sólo tenía un asiento de bus, tengo una almohada y una banca para contenerme mientras lloro con ojos secos pensando en mi amigo perro con complejo de caballo, el amigo silente en mis tristezas desatadas en el patio de mi casa, pero ya nos ves, ambos aullamos riéndonos de la tragedia, si salí de la locura hace 8 años, podrás salir de la oscuridad que invisten tus ojos aprendiendo a mirar con el fulgor de tu alma aventurera. Seguimos en el juego de la vida amigo.

       Lo que resta a ti, ya lo sabremos.

|| Al Duke. Mi mejor perro.

Comentarios

Entradas populares


¿Vendrías verdad?