Osezno
"Oda al pequeño guerrero de las Montañas"
En el abismo avisto de sus aros más claros,
rodean silentes los sueños de un osezno postrero.
Dicen al vendaval de su vigor nacido;
que felicite al portador de su espíritu ennoblecido.
Infante del bosque creció sin su quejido y su ruido
escondía de la cruel desesperanza vital, su rugido.
Pequeñas garras izó como tiernas manos,
velando por las vidas entre pasos lozanos.
Del primer verdor a la cruenta nevada
cuentan que a sus padres él cantaba;
¡Pero que verbo describe al que lava!
si de su inocencia se extrae blanca alzada.
¿Escuchas su rugir en el portento de los árboles?
¡Ese es el perdón que a sus años entregó!
Hállalo pronto para que veas su hermosura:
pelaje de fuerte coraza y loable frescura.
¡Que mentiroso es! gritan junto al río
porque no han creído en sublime lío
Cobardía arañó antes en los vientos de su viaje
y la timidez encerró en los ojos de su linaje.
En los brazos de la mansedumbre hacía su ronquido
¡y mírenlo joven! que admirable le han convertido
en días de confusa acera, el pasado ha olido,
más en el eco de su futuro el desconcierto ha rehuido.
Confío yo en la historia de su amorío
porque este osezno hoy,
veo lleno de señorío.
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