» INCENDIA «
"Fue entonces cuando en la base de la tierra percibió un cálido soplo que se paseaba ascendente hasta la corona, una hojarasca partida crujió, y a corta distancia una llama de filo invisible comenzó a partir su vientre. Sí tan sólo pudiera cubrirles con manto de nieve río, y quedarme guardián en su destino."
Danzábamos alrededor y entre los demás árboles a medida que el sol se
allegaba a lo alto, sin temor al caos del clima y la penitencia de los Andes, el
ritmo se mantenía clavado junto a las napas subterráneas, que incorruptibles
rociaban las raíces bajo la exacta profundidad de lo nativo. Desde el cenit, el
valle entero prestaba su verdor para completar el abismo vivo: Las aves
migraban de lado a lado, y con su atención; bajo las ramas se podían percibir
las tropas de pequeños pies cosquilleando la tierra llena de filamentos y
clavijas secas como sus instrumentos de corta melodía. Para seguir bailando, era
necesario aprovechar el viento del norte para desocupar las ramas de viejas
hojas y allanar sus nuevos brotes.
Sin disimular el cielo, comenzó a perder su celeste extensión por un
gris calafeteado proveniente del oeste, de un momento a otro, el suelo comenzó
a vibrar por la estampida silvestre que se lograba percibir rivera abajo. Al
levantar la vista, una espesa aparición de vapor revestida de copos más
livianos que la nieve circundaban todo el aire hasta cubrir nuestra legión, las
nubes fueron ocultas por un pesado aroma que el oxígeno puro no podía combatir.
De un millar a una voz, muchos troncos iniciaron su lamento, arbustos al lado
de los márgenes enviaban ecos entre las cenizas que nos recubrían hasta no
poder ver. El aire, se tornó seco y torrentoso, como si el mismo solar
penetrase encima nuestro para atormentarnos. Al cabo de 20 raíces, nada podía ser
visto y entre más intentaba comprender lo que pasaba, más frustrante resultaba
lo venidero. Fue entonces cuando en la base de la tierra percibí un cálido
soplo que se paseaba ascendente hasta la corona, calor que se intensificaba
más, hasta que la corteza reflejó un rojizo insipiente… una hojarasca partida
crujió, y a corta distancia una llama de filo invisible comenzó a partir el vientre
cercano al nudo central.
¿Cuántas veces has deseado ver arder lo que te ha dañado? Centrar tu
mente en su figura hasta que una chispa brote y comience a quemarse sin dejar
rastro. Si tuviéramos el poder de incinerar a quienes mal utilizan el espacio
sobre el planeta, sería un verdadero caos, y hace siglos atrás, nuestra raza se
hubiese extinguido, porque no sabemos estar en paz, ni mantener nuestro
espacio, respetar a quienes tienen el mismo papel en la vida que nosotros y
esperan crecer libremente al igual que la reserva en nuestros corazones. Hoy
millares de ejemplares, muchos seres vivos fallecen por que alguien encendió la
llama equivocada… estamos perdiendo una raza que viva, aún sabe cómo y por qué
vivir.
Las llamas ya estaban sobre mí, y han transformado la gloria de mi
follaje, en una flamante antorcha que muy pronto verá su extinción… y no me
queda otra elección que intentar hallar el firmamento entre las piezas incineradas
de mis hermanos caídos acurrucados por las corrientes del céfiro.
|| Arden miles de hectáreas de forestales, biodiversidades de conservación
y manufactura, honra nativa y orden económica y puedo hacer prácticamente nada.
Parecerá ridículo, y en gran parte absurdo es… pero es el única forma en la que
puedo expresar lo que he sentido tan cercano estas semanas y por sobretodo,
estos días y que nadie entendería… pero tengo tristeza y me angustia el
desenlace lejano de los incendios… Siento que estoy en duelo, y por eso pido,
un minuto de silencio por las incalculables vidas que incontrolablemente han
vuelto al ciclo de la naturaleza.
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