"BÓVEDA"

 "No hay cerrojo de entrada, sólo hay una de salida que puede ser únicamente abierta desde el espacio mismo. Quién quiera saber de punta a pie la historia, deberá acercarse a mí para descifrar el código y sus coordenadas sobre el reflejo de las aguas."


Y apenas terminé de hablarle dejó de tintinear, pareciera que cada vibración celeste correspondía a un asentir al recibir mi mensaje. Lo bueno de nuestra relación es que nos entendemos muy bien, nunca discutimos, porque dada nuestra situación (a diferencia de los kilómetros luz que nos separan, sumado a que no entendemos el lenguaje mutuo) jamás caeremos en el acto de quejarnos o criticarnos. Todo esto suena extremadamente fiel sí hablara sólo de un ejemplar, pero genéricamente me refiero al centenar que observo ahora mismo tragaluz arriba y que dátiles me supervisan como confidentes. Hace años cuando inicié escribiendo sobre estas hojas y después se las leía, nunca dimensioné en lo que se convertirían el día de hoy. Por tiempo en febrero no redacté la conclusión por temor a los posibles enemigos que aparecerían para entorpecer estos planes.

Metafóricamente el registro de luces sobre el gran manto han transcrito, archivado y guardado cada palabra y acto confesado en noches como ésta, cuando hacemos un recuento de los hechos. Cómo un verdadero almacén clasifico a las recién nacidas en las constelaciones que cuentan el mismo tipo de historia. Para garantizar el secretismo del código no nombraré a los grupos estelares involucrados y mantendré el equilibrio de las vidas conectadas a la mía. Ahora, nunca explícito verdades, porque considero que este emblema es tan elevado que sólo puede ser entendido por quienes arriesguen sus mentes a hacerlo y bajo esta característica sólo una constelación encierra en su máxima lealtad las verdades que nadie podría contener de mí mismo, lo que conlleva a crear un nuevo orden galáctico de las estrellas.


Y ¿qué pasaría si alguien aprendiera a leer las estrellas? Bueno, todo está fríamente calculado, a penas alguien intenté revelar lo que hay en ellas, tienen la orden de reorganizar sus ubicaciones sobre el cielo desapareciendo por días, semanas y meses si es necesario para despistar a las malas intenciones. Aunque las estrellas guarden secretos blancos e inofensivos no me causa temor que se escuchen sus contenidos en el rugido de la gente o más bien lo que cada uno de nosotros espera no compartir a los demás; el que nada hace, no le teme a nada, y este es mi caso. Sin embargo… ¿cuántos secretos guardarán en sus vigilias? Qué observarán los astros desde su alta posición sobre los mortales? Lo bueno de tener a las estrellas de tu bando es que no pueden traicionarte, en su naturaleza está el observar y guardar calladas todo lo que ven.

Voluntariamente ensimismé a las constelaciones a escucharme, pero me quieren, por algo aparecen en el mismo lugar y distancia cada noche. Es extraña, rara, sigilosa, lenta y apacible. La conversación que registro con las luces del gran manto no se cansan jamás, siempre están ahí para abrir sus oídos y escucharme cuando nadie más quiere hacerlo, ni verme. Me aterra pensar que algún día la caja fuerte de mis secretos caiga en la siguiente lluvia de estrellas y no deje a nadie desprovisto de las verdades de la humanidad, más allá de lo heroico o real que puede ser, blancos o grises, me reconforta decir que no hay nada suficientemente oscuro de lo cual me tenga que avergonzar. La bóveda celeste que envuelve al mundo, es la misma que guarda mis secretos, los precios, riquezas y caídas. No hay cerrojo de entrada, sólo hay una de salida y sólo puede ser abierta desde el espacio, quién quiera saber de punta a pie la historia deberá acercarse a mí para descifrar el código y sus coordenadas, pero cuando esté lo suficientemente cerca, se dará cuenta de que su misión secreta no fue necesaria, porque lo sabrá todo siendo ya un confidente más.

El Mapa del Firmamento Nocturno

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