「 SUBMARINO 」

"Todos esperamos sumergimos en las aguas de otro ser. En el que no temes ahogarte, porque sabrás que aunque parezca fin de muerte, es nueva vida. Las profundidades no son necesariamente oscuras, cuando sabes que el oxígeno para vivir en lo recóndito, es el mismo que respira la persona que amas, como yo, a este buen café."


Revolvía el simple café sobre la mesa como costumbre. Mientras una de mis manos apoyaba mi cara para no caer, mi codo abrazaba el tazón. Lo hacía girar sólo moviendo un dedo en el aire, imitando un poder sobrenatural concedido por la fuerza de la naturaleza. En cada vuelta, indagaba en los últimos meses acontecidos, situaciones ocurrentes que te buscan para transformaste. Me gustaría tomar distancia del mundo exterior, de esa tierra firme donde los problemas aparecen y debes esperar hasta la otra estación para que tu panorama cambie a tu favor. A pesar de todo lo que pueda pasarte en la vida, es increíble como siempre sigues siendo el mismo. El chico de emociones breves, que va y viene, y escribe en esquinas blancas sobre cualquier papel. He olvidado muchas tristezas en favor de alegrías pasajeras, sorbos de almíbar que espanten ese gusto amargo que más de una vez he tenido que tragar. Fue entonces cuando una notificación hacía vibrar el mesón. La galería que tanto me gusta mirar, me hundía una vez más a mirar sus capturas, explorar en lo último de su día y llevar mi tan concentrada atención para sí.

Es inevitable, dentro de lo controlado, y para que la energía no explote de repente, debo liberarla de a poco. Si mis manos tocasen tu rostro y mis ojos vieran los tuyos, estaría completamente perdido. Me hundiría en un sinfín de problemas, y sería una tortura estar cerca de ti. Más que desordenar mi vida, la quebrarías en pedazos que no sé, si sabría armar de nuevo. Pero ante todo mar de dudas, está un buen café para calmarlo. Di un sorbo a la amarga bebida sin azúcar, a la espera de la increíble reacción del chocolate fundiéndose en la profundidad de la taza. Abrí el envoltorio de la barra de cacao y la dejé caer dentro del café. Acababa de preparar un simple, pero extraordinario café submarino. La misma posición que debo tomar para pensar en ti y encontrarte en las profundidades de mis emociones.


Caminé con mi taza hacía la orilla, hasta que mis pies tocaron el débil oleaje. Dejé sobre una roca el submarino, mientras tomaba oxígeno y me sumergía en las tibias aguas. Nadé hasta llegar a las arenas y roquerías al fondo de ella, saltaba de un paso a otro por la densidad espacial del océano, miraba el reflejo del sol intentando traspasar hacia la profundidad, pero no era posible que tocasen tierra. Flotaba hasta la superficie para intercambiar aire y volver al terreno circundante que ambos compartimos. A la distancia, observé su silueta, pequeña y angular, su piel estaba manchada por las pecas y el infinito lunar esparcido por su cuerpo entero, su sonrisa cuadrada que desplegaba ternura y prestancia, iluminando la tétrica solución del arrecife. Y todo para este mero observador de la belleza humana calcada en su cara. Sus pantalones estaban arremangados y su camisa intentaba desprenderse a velocidad náutica.  Corrimos por el fondo del mar, yo hacia el sur para que chocáramos por su norte.

Así es como los dos nos encontramos en secreto, en la profundidad de un llamado, en lo recóndito de nuestras mentes y en lo obvio de lo sociable. Nadábamos, corrimos, saltábamos y giramos en el fondo del mar, donde la gravedad no detiene a nadie, y los ojos no nos contemplan con su juicio. Aquí, todo funciona más lento, nuestros movimientos e impulsos quedan registrados por interminables burbujas que desaparecen por segundos tras las sonrisas que ambos liberábamos al nadar en otra dirección… Pero, ¿Por qué debemos caer tan hondo para encontrarnos?, ¿Por qué debo huir a las profundidades de mis ideales mentes para verte?, ¿Por qué siempre debo anudar todo y enviarlo a aguas más profundas para que allí se pierdan?

Sí no puedo navegar contigo ante todo el mundo, levitaremos en el fondo de los mares, dónde escondo lo que más amo, aquellos objetos y seres donde nadie puede hacerles daño. Aunque el cielo invierta su papel con la reunión de las aguas, seguiremos libres en esta misma sinergia que nos hace flotar. Aunque suene patético y vano, tu eres esa barra que va al fondo de mi tazón, el mismo ingrediente que cambia mis días, aquel que cambia el sabor amargo de lo esperado, por el insaciable dulzor de lo impredecible.

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