» N A R A N J O «

"Desplegué la bandera de un nuevo pacto. Reanudé los lienzos azafranados de vivencias y tinté de positividad al presente. Tendré su resistencia y calidez, para dotar a cada cosa equivocada y amarga un poco de naranjo, y así, un nuevo comenzar."  

 


Soplaba sobre mi misma nariz para ahuyentar el friolento estado de su superficie y arrancar el pavor de levantarme sin entregarme a los 8° Celsius, que regateaban en todo el ancho de la tierra. Esperaba sentirme bien hoy, vestirme alegre y salir a navegar sin tacto por el pavimento y en contra del tiempo. Y lo hice. Liberé la proa del destino e inicié el recorrido azafranado, persiguiendo al sol sobre las nubes, pedaleé, remé, divisé y giré por los ríos grises de escarlata, reflectores del cielo. Anduve sin costo, con la ausencia de lo imprevisto y las ciencias temperamentales de Mayo.

El viento frío fumigaba mi cara y mis manos mientras remaba por las orillas, a cada ramaje cantaba el repertorio musical que memorizaba en mi lista interna, era un momento incalculable, sin competencia de vehículos a mis lados, sin la vista de ciegos humanos y mudos vocíferos, podía continuar admirando la corrida de follajes en las orillas de las aguas, limpias, oscuras y cristalizadas por el bajo cero. Lamentablemente, todo lo que comienza, tiene que terminar. Así que reanudé la popa a su madero y cerré los hilos del instante.

Ahora debía enfrentarme a la preparación de hoy, cocinar la especialidad del color y la astucia cítrica de este hombre abandonado. Intenté deshacerme de la preocupación y la nueva angustia por un momento, pero no pude, no puedo. Quiero alzar una bandera de paz, de rendición para el descanso, pero no se me permite. Quiero cerrar el recién pasado y desintegrar sus vivencias, pero me cuesta mucho. Anhelo teñir el presente de un nuevo tinte, elegir el poder de lo nuevo y lo recóndito de la alegría para abandonar este sentimiento que me sumerge en la incertidumbre del porvenir. Por esto ahora, sacaré a relucir la energía de lo positivo, cubriré mis dominios del fuerte naranjo para atraer lo bueno y exponencialmente abrazar el triunfo. No hay nada que un nuevo aire, un color y un poco de canela no puedan mejorar y aliviar. Vestiré, comeré y prepararé todo a mí alrededor para que brille el tono del nuevo semblante seleccionado, después de todo, fue aparentemente ayer, que me volví tolerante a la acidez cítrica y envuelto en el color de la resistencia. Naranjo… Larga vida al Naranjo.   

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