"Jeans & Canela"

"Absorbí el increíble aroma de un té honrado con trozos de canela, entretanto, se intensificaba la cúpula solar y el firmamento, acomodé mi borsalino sobre mi cabeza y raspé mi barba raída y voluntariamente descuidada, para segregar los sucesos y realzar la grandeza de un noble atardecer."


Los atardeceres de marzo han transcurrido cada vez más lentos, pero hoy, ya comienzan a descargar sus rayos para lidiar contra otro mes a punto de iniciar sus días. Ha sido complejo, al borde de la desesperanza incluso, pero hoy decidí hallar un crepúsculo para detener la estampida de sucesos que han ido golpeando mis pies protegidos por el cuero. Tengo los pies gastados de tanto caminar, mi voz se cierra al responder una pregunta, y mis ojos se vitrifican borrosos al tratar de compartir lo que pasa por mi cabeza. Hoy por fin silencié el mundo y escuché la vibración fónica que tanto deseaba escuchar.

Salí de casa, me paré junto al dintel de la puerta y metí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta. El calor se disipaba con el viento frío de la madura estación, mientras contemplaba la calle y su movimiento, cada auto en tropel y personas yendo y volviendo, riéndose, callando, llevando sus compras, andando en bicicleta. Cerré mis ojos y oí el centenar de hojas secas agitándose por el soplido de la bóveda celeste, desprendiéndose de sus ramas, caían al suelo cubriendo el pavimento para apropiarse de la tierra en forma corpórea y simbólica. Apenas murmuró tridente la estación, me senté en el jardín para absorber el increíble aroma de un té honrado con trozos de canela al tiempo que se intensificaba la cúpula solar junto al firmamento. Sostuve entre mis manos la solución subfebril  para permitir al vapor rozar mi nariz y su calor envolver, hasta ese momento, mis manos inertes. Acomodé mi borsalino sobre mi cabeza y raspé mi barba raída y voluntariamente descuidada, entretanto, caían mis manos sobre mis muslos. Con las piernas estiradas amplié mi espacio y traté de diluirme en medio del momento. Me gusta mi blue jeans, resalta el color pardo del borsalino, y el color nuez de mis zapatos. Creo que combina bien con el marrón del té elevado con los vestigios de la ‘dulce madera’ y tiñe excelente el panorama de un sábado por la tarde.

Lo único que tengo para compartir es lo importante, lo que brindó un borsalino, un jeans y un té con canela. La canela será durante este año la esencia que inmortalice cada momento recogido para este especial flemático, raerá los nudos que no tienen fuerza y desplegará el emblema que sólo ecos de jaspe, barba cargada y ojos profundos podrán reconocer, hasta que todo haya pasado sin reconocimiento. Espero juntar los puentes en ambos cristalinos para que cuando vuelvan a resplandecer, sea para armar el cielo bajo un árbol, juntando los espacios entre sus ramas y luchar para que los rayos del sol, no me vuelvan a dormir como hoy lo hicieron en una siesta. 

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