H a b l a n t e

"Vibraba, perdía gravedad, gritaba sin abrir su boca. Ya perdía la razón esperando un nuevo léxico a fronteras de su boca. Vuelve a empezar, una y otra vez y deléitame con tu discurso maestro incorruptible, sigue hablándome para siempre."

No quería apretar el botón. Si comenzaba a oprimirlo no pararía, y descontrolado caería en la tentación de hallar la canción que me sumerge en el eco que viene contigo, cada vez que apareces. Pero no batallé más y aferré el MP3 a mi mano. Entre audífonos creé la sensación de ser invencible ante el mundo entero. Sólo basta con cerrar los ojos y despegar en la extensión de recuerdos que creamos sin darnos cuenta. Lo mejor de odiar el calor, era burlarse de él estando a la sombra de cualquier cosa que la proporcionara, un parque, un árbol, el viento, era la mejor opción. Cegué a la razón para creer en lo más lógico que podía para limitar la emoción, pero sólo fue intención, me motivaba en momentos próximos a suceder, para consolidar un tracto impenetrable de la estación. La banca estaba un poco fría y sólo podía mirar el reloj a cada rato, no pensaba en otra cosa por la ansiedad de tan sólo imaginar tus labios preparándose para evocar una palabra y aún más; a mi alcance.

Fue entonces cuando sentí una mano sacándome un audífono del oído y una sonrisa esbozándose estruendosa detrás de mí. La temperatura aumentó de un instante a otro junto al cometido de mis respiraciones y reuniendo la conmoción en mi cabeza. Intenté voltear para ver sus ojos encendidos por el vigor de su positivismo, pero fue en eso, cuando todo se paralizó al liberar su voz sobre la cúpula de mi oído. La tibieza ágil sobre mi piel contraía cada músculo y fibra nerviosa del organismo entero, susurraba como si nada pasara, el vapor sobre mi canal auditivo hacía que sólo existiera un simple oído de todo mi cuerpo. No podía moverme ante la estrategia más épica realizada a un pobre historiador de emociones silente en busca del sello para el centro de sus memorias. Quería registrar su intención para valerme de fuerza y romper la sinergia de su saludo inusual. Creí que iba a poder componerme como un hombre normal para reanudar su día, pero continuó hablándome sin descontinuar el ritmo. Cada timbre e intervalo de sus palabras me obnubilaban sin retraerme de la realidad, sino lo contrario, tenía el poder de concentrar la sustantividad entre nosotros, como agujero negro en el universo. Con su voz podría hacerlo todo, no era necesario seguir decorándose, sonaba tan bien que ya nada más importaba. Vibraba, perdía gravedad, gritaba sin abrir su boca. Ya perdía la cordura esperando un nuevo léxico a fronteras de su boca. Vuelve a empezar, una y otra vez y deléitame con tu discurso maestro incorruptible, no pares de hablarme nunca. Jamás había presenciado la tenacidad corpórea de disponer y derribar por la dicción a otro ser humano. Ambos absorbíamos la intención evidente de lo que nos provocábamos cuando estábamos cerca. Teníamos el mismo don diferenciado por su expresión; mi ingenio era la palabra escrita pero la suya era la palabra hablada.

No encontraba otro término para describir el sustento de lo que me decía que no fuera dulcemente. Sus narraciones eran verdaderas canciones de cuna, que me adormecían en éxtasis puro creando el hábito de más. El flujo más inocente de mi experiencia, se remecía con cada espacio entre sus letras, necesitaba seguir escuchando, necesitaba continuar apreciando la magia de sus narraciones, convencido de que en mi memoria atraparía todos sus fonemas, para conjugar su orden y así hablarme cuando no le tenga, aunque corra el riesgo de al separarnos continuar escuchando su voz y no olvidarla jamás.

Bueno, aquí estamos cayendo como un dulce hablador, haciéndonos girar, y causándonos el mismo efecto adictivo el uno al otro. Yo quiero ser tu dulce hablador y enloquecerte de igual forma como tú lo haces conmigo. El momento es y te rapté ahora, aquí tendré la complejidad fonética más preciada de la realidad a la cual puedo acceder, aquí estará tu voz contenida, salva y segura, por las circunvalaciones de mi oír. 

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