Búlgaro (Български).

"Creía que trayendo un saco iba a ser más sencillo cargar todas las manzanas esparcidas en la tierra. Verdes y casi amarillas iban cayendo una a una en el costal cruzado detrás de mi espalda. Para variar, tarareaba los segundos para agilizar los lapsos de la tarea matutina... hasta que el pasto tierno bajo mis pies, comenzaba a vibrar con el sonido de la misma melodía que giraba en mi cabeza. Sus pasos se acercaban, su mirada volvía a mi reflejo y su voz, su voz se propagaba en el aire eslavo volviéndolo cálido. No podía arriesgarme, si loaba el mismo canto, si ya estaba detrás de esos árboles y si seguía con el exacto ímpetu de encontrarme. Sólo anudé las amarras sobre mi hombro, enardecí el exánime torso y disipé la fuerza de la tierra para confundir su voluntad y callar al forjado herrero incipiente dentro de mí." Предисловие (prólogo)



Bulgaria, 1492

Era el vínculo despierto y creado por el mismo agosto, entre el álgido de la noche y la cordialidad de la mañana. Corrí las pesadas cortinas que celaban los vidrios, entre bastones de madera en nuestro lar. Era tiempo de levantarse, aun cuando la luna no entrega los designios del cielo al lacustre mayor. Tomé el canasto de la leña y la cesta para abalear los regalos de la naturaleza montaraz. Era el olor a hierba virgen el que se esparcía por todo el campo, como pasto recién arrancado de la tierra. Caminando en medio del prado, estiraba mis dedos para rosar las astas del pasto y la avena silvestre que migraban a los nimbos del cielo, cosquilleando la seca palma de mis manos por el arado y el frio.

Cada ciertos kilómetros se veían columnas de humo de otros hogares, que topaban con nuestras tierras. Los campos dorados de la avena llevaban mi vista al lugar donde prácticamente el mayor se eleva, cálido e iluminando todo, luchando contra el frío de la estación, por quién cambia más térmicamente el mundo. Agachado y arrancando bayas del suelo, sentí de pronto, un temblor en la tierra, las piedrecillas tiritaban al mismo tiempo que yo recogía todo, pero fue tarde y yo desobediente, porque un aquelarre de caballos salvajes de los altos montes del Ripa, galopaban en manada franqueando alrededor mío, fue inevitable no soltar carcajadas mientras corría –literalmente– por mi vida. Me hallaba confundido entre la felicidad y el pánico, huyendo riachuelo y llano arriba, sonreía como idiota cuando la cesta  abarraba toda la frutecía por el camino, aun así, nada se comparaba, al lugar más allá del mundo conocido, mi hogar. Una vez que llegué a la colina, conté con los dedos de una mano, los sabores que estarían en nuestro alimento hoy. Ya de las cubetas hasta el tope de aguas de hielo nocturno, debía sacar un poco para hervir.- ¡намаление! (bajen).- gritó mi madre escalera arriba, para hacer correr a mis hermanos menores, mientras el desordenado del basto, continuaba saltando en los camarotes de mis padres.

Mientras mi padre comenzaba a amasar y mi madre lavaba a  mis hermanos, sequé una gota torrente en mi frente, un rugido del viento, gritó  afuera para llamarme. Las nubes se habían disipado, los ríos se habían contraído y cada colmillo, hielo y frio viento comenzaban a entibiarse. El sol creció el doble, sus rayos eran más fuertes, el clima había sido volcado con casa aspecto de la estación gélida. Aún faltaban semanas para que eso pasara, pero ya sucedía, los caballos salvajes colina abajo estaban quietos, el césped agestre estaba desvaneciéndose. Fue entonces cuando alguien estaba acercándose, su silueta era la copia de quién hace días había recogido manzanas del mismo árbol que yo. Le había traído a casa. Le dejé llegar donde no debía, era la causa por lo que todo está cambiando. Me acerqué en caso de que intentara llegar a mi hogar. Pero estaba cansado, tenía miedo, porque era quien podía romper toda lejanía, río y muro de mis dominios. Pero no pasa nada sino dejo que pase. Así que me senté sobre la hierba dorada rodeado por los caballos que no intentaron matarme, sino que protegerme, dieron con sus pisadas cercanas con intención de toparse otra vez conmigo. Me alejaron del dolor y una ilusión sin justicia desde el inicio. Con una rama seca y un ramillo de avena detrás de mí oreja me levanté para acariciar a uno de mis caballos tropezando sus pasos, no podía hacerme daño otra vez. Lentamente el sol era conmovido por las nubes, la tierra se recuperaba y cada superficie cristalizada. Aunque todos los ríos de mis potestades llegan al Danubio, jamás llegarán al tope donde el mar muere por otra conquista. 

Епилог (epílogo): Jamás me había sentido tan... inocente. Todo lo que intentabas en silencio, me llevaban a tierras labradas, donde un joven y manso campesino, comenzaba a convertirse en un herrero.

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