El frenesí

"... cuando sospecho que mi alma bordea la rebelión."


El frenesí forma parte de las palabras infravaloradas de la literatura, abandonada en poemas que incluyendo sus siete letras pasa desapercibida entre reglones que intentan la hondura de un sentimiento. Pero qué más profundo que el mismo arrebato súbito de un deseo que se cura en lo instantáneo... Qué pulcro ha sido vigilar la plenitud merodeando el ímpetu.

Y eso es lo que siento cuando reviso tu solicitud en mis notificaciones, allí pendiente reservando una esperanza que comparto; lo inédito de hondear en un perfil desconocido y darme cuenta que eres la persona, estoy sujeto a tus andanzas percibiéndote sonriente con ojos pequeños y labios finos que invitan a enardecerlos mientras incursionamos por los ríos. Confieso que cuando hiciste tu perfil privado estuve frenético un par de días, ya no podía ver tu vida sencillamente extraordinaria, rodeada de hechos que me obligan a imaginarnos en ella y de eso estoy cansado; de ver la astucia de otros por lograrlo mientras que el horror me constriñe a bloquear el teléfono y pensar en lo que estoy haciendo: espiar a quién me persiguió primero.

Creo que siempre he resuelto estas situaciones y he acostumbrado absorber el momento a pruebas de tensiones más complejas porque sé mi lugar y aunque a portazos tiendo a desenfocarme y desear algo distinto, recuerdo lo que cambiará si me atrevo a contemplar ese lado del futuro. Por eso el arqueo, la lluvia y el desenfreno en tropel que me mantienen tumbado contra el techo y a la gravedad arrancándome la sal de los ojos. 

Pero ¿eso es frenesí no? el segundo en que un temblor repentino desciende abrupto y que al devolverse trae consigo un escalofrío concentrado en el pecho; es la súbita reacción de estrecharte en mi pensar para respirar sobre tu aliento, es tragarme en un arrebato el cólico mezclado con el pánico, la culpa y el impulso. Es volverme loco mente-adentro en plena cordura y soportar el contrabando de arrojarte en mis planes y estrellarte conmigo.

Frenesí es cuando sospecho que mi alma bordea la rebelión.

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