Febrero 28, 1872.

A ti:

Tengo mucho que contarte, a tal punto de compaginar cuatro hojaldres al hilo para narrar los hechos de los últimos días. Comienzo por extrañarte, desear tu bienestar y el de quienes has decidido compartirlo, nada me ha sido más gravoso que vuestra partida repentina hace tantos años, recuerdo el día como un sello hirviendo en mi cabeza al causar el mismo efecto: dolor, lágrimas y resignación. Sólo medito en la fortaleza que engendró en mí la valía con la cual yo, tu sucesor, ha emparejado los confines de su alma para lanzarse a tan rudo vasallaje en el apogeo del siglo XIX, con grandes triunfos en el mercader del portento, fui consignado como estratega revelación de la Universidad, el regio arsenal de la academia reviso las estrellas que la madre gracia arrojó en nuestros planes, haciéndonos acreedores de un reconocimiento en nuestro primer año como Escuela de la Actividad Curativa.

Más será tu asombro cuando revises las tarjetas con el dibujo de la finca que adquirí por 200 libras esterlinas ¡qué ceguera no apreciar el valor de la tierra cuando hará feliz la vida de un hombre! viaja a través de mis trazos, descubre a los nuevos conversos a mi dicha, la familia Bronson son mis vecinos, han sido el acre en el empecinado trayecto a la autonomía, a tal punto que a mis 27 años, quieren adoptarme sin más. Aquí crecen todo tipo de verduras y hortalizas, los árboles han llegado a quebrar a causa del peso en sus frutos, llueve en verano estrepitosamente, el arrebol es escandalosamente sublime y como en ningún otro occidente, se detiene lo suficiente para alcanzar a pintarlo en acuarelas como cual calco en el gramaje. 

Lo que debo compartir en la secuaz tristeza, es el descanso de mi Grand' Rose, mi abuela fue entregada solemnemente al seol al detenerse su corazón. Viajé exonerado por el clima, llegué quieto a expensas de la tristeza en St. Louis Hall, la turba alcurnia se congregó para despedir a la última Hannstrimer nacida antes de 1800. Sobrenaturalmente, mi tía Jeannette solicitó mi voz en el servicio funerario, me permitió alumbrar con dagas de esperanza a los rostros alargados, me animé a cantar ¿lo imaginas?. Qué hablaremos de las tierras del ayuntamiento, pasado unos meses, mi padre y sus hermanos han inaugurado la colosal venta de la propiedad en 2000 libras esterlinas, lo suficiente para abandonar todo negocio y entregarse a la sigilosa vigilia de la vejez. 

Pero nada me ha emocionado más que la soledad encumbrada de las tierras altas, son una alegría gris continua, nadie se aventura a salir abrigado en las mañanas porque no sirve de nada, incluso invierto en industria rural, la producción cerealista ha consolidado mis ganancias lo que me ha permitido incrementar nuestras donaciones en pueblos y hogares recónditos entre los valles, me temo que ante tanto logro masacrando mis pesadillas, ahora el último sea desposarme, como langostas introducidas en américa, son las perlas desesperadas. ¿Puedo no hacerlo, verdad? digo, aún me queda mucho que descubrir en el mundo para que un grillete en el anular me arrastre a la vida de la cual escapé. Sirvo mejor como consejero y académico, siempre fue diestro en cambiar percepciones e influir. Espero que algún día alguien llegue a admirarme tanto como mis amigos longevos, es lo que pido.

Siempre tuyo, FZ.

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