Que el mundo desaparezca

"Haz que el mundo desaparezca, envíalo lejos aunque borre por accidente nuestra existencia."


Ambos estábamos callados esperando que el otro hablara. El sol nos pegaba a ambos en la cara, y entre manos de visera, atentábamos a vernos con los ruines celos de siempre, intolerancia que cada uno creó culpando al otro de nuestro presente. Aunque sus labios contornan la belleza que me desconcentra, es el mismo paso que usa el veneno en su garganta para salir a quemar lo que piensa y destruir a las personas inocentes que tristemente elige para cubrir su necesidad emocional de la infancia. Seguro extraña los tiempos cuando jóvenes podíamos debatir con la alevosía del eros la idea del otro, cayendo en el incitado juego neoclásico de perseguirnos entre argumentos y contemplaciones sin respeto a la verdad, porque inventábamos el momento para mirarnos sin vergüenza y dirigirnos unas palabras aparte de nuestra mente ubicándonos en rincones alternos.

Cómo querer hacer algo y saber que no debes. Que fraude tan simple de las tentaciones... porque te sigo deseando no sólo con la pasión que una vez pude abrazar, sino por la necesidad que tengo de ti, de escucharte hablar sin sentido y creer que puedes hacerlo sin permiso y afecto porque simplemente es lo que piensas... pero que amado me hacia sentir cuándo tenías que callarte porque no querías darme una mala impresión... quise en todo tiempo convencerte de que no es necesario hablar si ya estar ahí era la forma de gritar lo que sentíamos... ahora sé que el error de ambos fue idealizarnos: yo por naturaleza y tu por ingenuidad...

Por favor calla y no digas nada esta vez, no nos interrumpas por nerviosismo, porque sé que también quieres hacerlo... sólo quiero estrecharte entre mí, sostenerte fuerte mientras bailamos despacio bajo este foco de la tarde —mírame—, has que el mundo desaparezca, quita el peso de mis hombros, arrójalo antes que caiga sin poder levantarme y extiende estos minutos de amnesia porque merecemos tenerlos... mándanos bien lejos y más allá donde perdamos la orientación, déjame sellarte antes que debamos marcharnos en notas de soul y nos perdamos en la vida adulta; tú en tu acostumbrado desenfreno afán y yo en la abogacía de lo admirable, unidos a esta melancolía que a ratos aparece para vernos. abrázame y borra nuestra existencia...

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