El Lector
"No puedo parar de intentar descubrirte aun estando perdido, me arrojo cuando sonrío y paso la vista por lo impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados."
No puedo parar.
Es el resultado de ser absorbido
por un mundo diseñado para ti, el registro que ha asimilado cada parte y rincón
de la vida que espero vivir en el ahora, el presente más inmediato al que estoy
expuesto. Era verano, pero caía una lluvia sorpresa que hacía sucumbir la
madrugada en una ligera y bonita levantada: lenta y pacífica. ¿Cómo no
aprovechar el día? Me animé descalzo, ya a mediodía estaría bien, asumo que
nadie sabría qué usar para un día bordeando los 29° C después del almuerzo. Por
una buena razón, ya no le temía a ser el adulto convaleciente de un capitulo primerizo,
cedí a la tentación y no fui, sino, a tenderme en la hierba amarga y mojada
para comenzar a leer… hice un acto impulsivo que me atrasó dos cuartos de hora
para mi trabajo, fui feliz, valió la pena.
Sedúceme entre las páginas que muestras. Así deberías pensar para
saber a qué me estoy enfrentando, o a quién me quiero entregar. Es cuático, el
modo en que me obsesiono por terminar un libro imaginando el pie de página a
página como una realidad alterna. ¿Será que podemos pasar más tiempo en ese
mundo imaginario?, no hay nada mejor que sentir el papel suave y tibio
voltearse por orden de un dedo y ser admirada por dos breves minutos mientras
se escudriña y detalla cada letra, ápice y signo en un apretar de labios y ovación
de comisuras. Para serte franco, comencé con el hábito hace ya seis años, leer
quieto y enojado hasta quebrar una carcajada solo en medio de un parque, en el
metro, caminando, sobre el techo, apoyado en un árbol, acostado mirando el ramaje
surcado por el firmamento. Creo que eso
hago también con las personas, las analizo sin que se den cuenta, las
militrimizo en cada ojal observable de su cotidianeidad sin que se den cuenta,
algunos se incomodan, otros hasta me piden mi opinión, a los que trato con ser
conciso y amable… nunca queremos escucharlo todo, en serio.
No puedo parar. De intentar
descubrirte aun estando perdido.
Es mirarte sin miedo porque sé la
verdad de tu contenido, y al no hacerlo, seguir seguro porque sé la cierto de
tu tramillo. Nos imagino siempre, estando callados mientras leo y tímido acaricio
tu cuello, eso me desconcentra con frecuencia, por eso tengo que retroceder
unos párrafos y poner al día mi compresión y reanudar la imaginería, es un
segundo transitorio en el que mi mente parece seguir leyendo y a la vez idea
todo esto, no puedo parar de imaginar eso.
Sedúceme entre las páginas que muestras. Estoy yendo más allá
buscando tu presencia en historias tan bien transcritas que me es inevitable no
desear estar allí dentro. Intento ser un mejor lector en los momentos que se me
otorgan, leo para volar, leo para volver, leo para velar. ¿Te confieso algo? Permanezco
leyendo, porque es la única forma de convencerme de que puedo parar, dejar de
creer en esa historia viciosa del amor, frenar esa inocente búsqueda en un
mundo ambiguo donde puedo hacerlo. Pero, no puedo, no puedo parar de leer sobre
eso. ¡Qué loco y absurdo lo que digo! Es el grito dormido que arrojo cuando
sonrío y paso la vista por lo impreso comprendiendo la significación de los
caracteres empleados; ni mi cara recuerdo cuando entendí esto.
Espero no parecer loco si me ves,
son sólo unas cosas que pienso, lo natural y frecuente es que me halles así,
leyendo quieto y encorvado, serio y sonriente, solo e introspectivo. Y por favor,
tú no pares de ser y sedúceme entre las páginas que muestras.
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