El Columpio

"Avanzar mirando hacia lo alto y no temer de espaldas, porque bueno o malo, podré retroceder, pero no replegarme."
A pesar de sentir las nauseas pesadas, me aferré fuertemente de las cadenas para darme el impulso necesario y seguir subiendo y bajando con el poder de la inercia. El desafío mayor era mantener las piernas dobladas, o sino, terminaría arrancando ambos pies contra el zanjado de piedras; la desventaja en un columpio para niños escolares. No había nada más que hacer, así que la mejor decisión fue cruzar el estadio de pasto al otro lado, hasta los juegos infantiles aglomerados en la esquina de una escuela. No quiero exagerar el momento, sólo expresar lo tranquilo que me sentí durante largos minutos en el asenso y la caída. Siempre he querido volar, pero agridulce es el sentimiento, porque cuando estoy arriba es el vértigo su antagonista. Esta semana requirió demasiada fuerza para vencerla, pero ya mostrándose su termino, sólo elevé una risa al aire porque sabía que sólo quedaban horas de su tiempo. Cuando quise parar y bajarme, escuché una dulce voz brasilera, que me instó, sin querer, a permanecer sentado en el vaivén, estaba nervioso por cierto, así que me largué a reír.

Claramente nunca me di cuenta, pero siempre me balanceaba mirando al frente, cuando la belleza es mirar hacia arriba. Que prodigioso fue descubrir el cielo entre las altas ramas de las cuales aun estaba tan distante, aumenté la velocidad y el espacio del arco hasta que no pude más en la altura, el mareo empeoraba, pero no desistí, porque me di cuenta del verdadero propósito de esto: avanzar mirando hacia lo alto y no temer de espaldas, porque bueno o malo, podré retroceder, pero no replegarme. He tenido tanto miedo siempre, de cualquier cosa armo un lío, y que ridículo es lo que diré, pero me da miedo el hecho, de que ya no esté siendo así... algo está cambiando en mis convicciones, y creo que son vientos de transformación... quiero comenzar con el mejor pensamiento, quiero quedarme con este sentimiento, a pesar de estar atribulado, puedo sentir la paz... 
... y confiaré tanto, tanto, que llegará el día en que me atreva a saltar desde el ápice de mi vuelo, del columpio a la tierra firme.

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