Neblina
"Cuando se aparece algo ordinario, algo extraordinario debe tener, pero debes estar mas que despierto para verlo."
Para algunos
parecerá confuso, pero creo que a medida que crecemos nos volvemos más pesados...
me refiero a que nos sentimos más culpables de las cosas, es una relación
ligada exponencialmente, ¿por qué pensé esto?. Era tan temprano que en el suelo
aceitoso se sentían los golpes secos de las gotas contra la tierra; desde las
vigas rociadas por la brisa costera hasta los maderos botados. De hecho el
suelo es tan embetunado que la gota se tensa en una esfera de arena. El amanecer
hacía huir a las neblinas repartidas entre los eucaliptus y fugarse por debajo
de mi casa hasta que chocaran con otras vertientes suspendidas… era como un
choque de olas evaporadas que lentamente se allegaban para ascender aún más y
desvanecerse en el aire. Volví a moverme
en círculos para ver como sucedía lo mismo por todas partes, ojala tuviera
mejores palabras para describir lo que vi, pero sí lograron imaginarlo, súmenle
el efecto confuso de la luz penetrando el nublado y brillando sobre las diáfanas
cortinas de agua que eran agitadas por la delgada y fría corriente de aire que
venía colina abajo.
¿Hermoso, verdad?
Saber expectante lo que ocurrirá inevitablemente… el encuentro de dos neblinas en
direcciones convergentes, semejantes al roce entre los océanos en sus márgenes más
profundos. Mediante más caminaba, más emocionante se volvían los cuadros,
exageré un poco cuando arrugué la boleta vieja de una pizza en mi chaqueta porque
entre lo que veía y lo helado de la mañana era lo que mi mano necesitaba. Saqué
un lápiz y estirando el papel entre mis palmas
intenté escribir el desastre que se me ocurría, hasta volteé de cara
para dibujarlo, pero me acribillé contra los dibujantes del preescolar, porque
hasta un niño de 5 años hubiese podido retratar lo que les hablo.
Al cabo, que
volví a arrugar la hojita con tinta fresca en mi bolsillo. No nos queda otra
que despertar la totalidad de nuestra mente y consciencia para quedarnos con
episodios como estos, donde no existen palabras, ni dibujos que te ayuden a
pulcrarlo en tu mente (esa palabra no existe, la inventé recién pero úsenla entendiendo
el concepto pulcro), y recurres a él
en la memoria, pero no tantas veces para gastarlo.
Antes que el espectáculo
terminara me devolví a casa para despertar a alguien y viera lo que yo, pero
nadie quiso levantarse, y cuando les conté, sólo recibí un: “dibujando o escribiendo, te sorprendes con cualquier
cosa” – Ouh. Quizá me lo hubiese tomado mal hace unos meses, pero es un
cumplido. Es a lo que me refiero, cuando se aparece algo ordinario, algo
extraordinario debe tener, pero debes estar mas que despierto para verlo. Prefiero
sorprenderme con cosas como estas que las atrocidades que el mundo comete,
mientras más personas contemplen la inocencia como algo natural más de estos
eventos sucederán. No digo que yo lo sea, porque tengo testigos de que no, pero
me aferro a este lado, porque somos
naturalmente más felices.
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