Febrero 28, 1868
Sí tan sólo
vieras el ocaso del radiante lumbrar del sur, el reverdor de las miradas en
cada follaje y los ríos cristalinos cayendo por nuestras laderas, dichosos
doseles que han convertido la región en un paraíso otoñal, muy pronto a
suceder. ¡Oh cuánto añoro tu visita y comas del huerto que labré! tomates,
pimientos cebollas, zanahorias y albahacas crecieron fuertes y cordiales en la
alberca. Antes la desventura insistía mantenerse colgada a mi cuello, pero ahora
es la fortuna la que me invita diario a celebrar con ella. ¿Cómo has estado? Supe
por la Sra. Marshall que tu convenio fue escrito con letras de oro y pactado
con ángeles presentes, sin asiento para el error claro está. Emma y Phillips te
envían esbozos henchidos, llenos de gratitud al Cielo por prosperar tus
heredades, el mismo sentimiento pulcro compartido con ellos, es el que tengo
para ti.
No adornaré
la realidad hasta tus manos, las cosas por el sanatorio no andan como deberían,
pero al menos marcha como puede, hemos atendido a tantas personas que deben
esperar escuálidas por el borde de la calle. Ha sido generoso aljibe poder
servirles y curar sus vidas en algún sentido. Valiosos versados, eruditos y
profesos velan por la larga lista de personas allegadas a nuestros muros. Gratamente
hoy lees el manuscrito del nuevo condecorado por la Universidad Conferencista
Oeste, lo que me faculta sin reparos en la ciencia de las ocupaciones, muchos
de mis compañeros han migrado al mundo para llevar esta arte a los
desaparecidos rincones de la esfera, desde entonces tengo ganas de volar… este
sentimiento impetuoso que se anida en mi pecho y despierta en mí la rencilla de
la libertad, de volar e irme lejos para comenzar a vivir. No es un secreto para
el salón de alcurnia que mi familia es una casa dividida, con anhelos ya
probados por el destino y siendo, en cierta manera, mi sostén más fuerte, el
hecho de que aún, a pesar de la lectura lejana, seguimos siendo miembros del
mismo nidal. Y hablando de las ramas de nuestro árbol linaje, hace un par de
semanas recibí la carta de mis parientes en Bromley, mi tío Roosvelt se acordó
de mí antes de bajar al descanso y me ha hecho acreedor de 15.000 libras esterlinas
al año, lo que convierte mi juventud en el banco de la precaución y la excitante
cómoda de un soñador. No perderé la razón entre los resplandecientes sacos de
plata, aunque tentadoras son sus resoluciones, sabes lo abstenido que he vuelto
mi pensar, más ya compré el boleto, a mediados del Invierno cruzaré en
transatlántico hacia Inglaterra, cabalgaré en sus campos de espesa hierba y
caminaré en plenas lluvias argenta. Sus barriales senderos serán a mi seguro
pie, la convicción del plácido futuro que deseo abrazar. Creo que esta herencia
es una señal, algo de fantasía que irrumpe en la crudeza vespertina, hace un
par de meses he esmerado un plan para asentarme en un paraje donde empezar de
cero, perseguir el sueño de aquel muchacho con barba cargada, tintado en un lino
detrás de su puerta recamara.
Creo que
estoy a las puertas de una nueva vida, es como si cientos de voces unidas me incitaran
a lanzarme a un precipicio con una red al fondo de éste. Sólo tengo que salir,
cruzar las avenidas del alma y ofrecer resistencia a las vicisitudes de las
alforjas fúnebres del temor y la cobardía. Temo por la salud de mis longevos
amigos, no sé si soportarán un viaje así. Desean acompañarme y Phill me ha orientado
a vender la compañía recién emergente, asentarnos en el campo londinense y
lograr la libertad absuelta pero aún conservo mis dudas al referido desenlace.
Sólo espero obtener más sabiduría para no dar pasos en falso. Este año será un
cálido limbo, me enfrentaré a muchas decisiones, nuevos lugares, nuevas
personas y nuevas ordenanzas, espero que la ansiedad y la expectativa no confabulen
contra mí. No puedo hacer otra cosa que agradecer por lo que han sido estos
largos 5 años, mortandad o victorias, me han llamado a mi lugar hoy. Espero tener
noticias prontas de ti, el año entrante quizás sea remitido desde un pueblito
en medio de las laderas británicas, por cierto, ¿recuerdas el plan del aviario?
Comencé tallando los pinos y contraté a la maderera Cruzot para los tablones,
he avanzado con las pajareras, serán colgadas en las copas bajo las sombras
delgadas de los abedules. Porque aun volando permanecen sueltos mis sentimientos,
esperando que uno de ellos lleve esta carta a tu escritorio, bajo el telón
carmesí del anochecer. Hasta pronto.
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