Extremos, extremos.
Extremista, sólo por hoy… lo mencionado todos los días.
Los días ya habían corrido sin avisarme, el hombre excesivamente preocupado del sentido temporo-espacial se veía otra vez envuelto superado por las congojas de lo que hasta ese instante comprendía como ‘vida’. Y hasta este instante, estaba completamente seguro de dos cosas: la primera: Mi vida se había convertido en una pequeña piedra que se balanceaba al borde de un precipicio, pero uno con ambos extremos. Y la segunda y hasta hora la que más me preocupaba: Estaba total y perdidamente enamorado de algo que no existía.
Ya el viento pareciera burlarse paseando por mi cara, ya casi no sentía su cuerpo actuando por la superficie de lo único que me cubría realmente. Parado sobre una banca verde miraba como se movían todos, las páginas de mi libro querían imitar a las hojas del árbol que estaba tras nosotros, yéndose tras las pisadas de aquellos jeans que se dirigían por aquel pasillo de cemento, uno frió, queriendo ser de un tono verde, pero lamentaba frustrado al no poder serlo. Después de girar mi cabeza para devolver mi vista hacia el horizonte, quedé propenso sumergido en mis pensamientos.
No me gustaba suponer nada, de hecho todo lo creía, el problema es que ahora la indignación de la situación demandaba suponer algo, cualquier cosa, algo que me diera una esperanza, un credo tonto y absurdo que me diera la sonrisa del día, fue entonces cuando me dí cuenta que el aire estaba entrando más rápido quede costumbre, definido como un reflejo, una taquicardia otra vez. Con las manos en los bolsillos en busca de calor, deseaba caminar y encontrarte, al menos a lo lejos, pero ¿para qué?, sólo quiero que así te quedes, lejos, bien lejos, con el fin de que no me hieras. Porque aunque nunca hemos cruzado una palabra ya lo estas haciendo. Lo más indigno de todo es que si tu boca llegara a tirarme una palabra te contestaría como a todos, pero yo seguiría con la mentira más blasfemita de todas: “No quiero dañarte.” Al fin y al cabo era la verdad, Y A QUIÉN ENGAÑO, sólo vivo el ahora, me hierve la sangre cada vez que me pongo a pensar en lo que viene, me gusta lo espontáneo, lo imprevisto, me cargan las reglas establecidas, sólo vivo con las que viene archivadas en mi sistema de vida, las que no atentan contra nadie, las que se mantienen ocultas bajo una personalidad brillante, una que sucede, que a pesar de esta mayoritariamente opacada, sale cuando yo decido. Los extremos son interesantes, vivir en ellos te hacen más fuerte, más capaz, más atrayente, pero te hacen más dañino. Por eso no te acerques, o hazlo si quieres, pero antes de seguir haría la pregunta que me he guardado toda la vida, la que haría mirándote directo a los ojos, al instante en que tus oídos se agudizaran para escuchar: ¿Tienes miedo?. Ojalá no lo tengas, porque yo si.
Pero ya no tengas miedo mi amigo, sé feliz. Toma tu corazón y entregaselo a El,los temores y las necesidades serán saciadas y verás que el dolor y el miedo ya no encontrarán mas lugar en ti. Sé que lo haces pero siempre existe esa necesidad de entregárselo cada día. Te quiero mucho y siempre
ResponderBorrarEs Hermoso ver como expresas tus sentimientos, sigue así, nunca lo dejes.