Asíntota

"Son eternamente paralelos, incansablemente extendidos y en continua tensión, uno sobre el otro, maldecidos aún por la distancia atómica más mínima."

Desde niño, creo haber vivido en una línea recta, sin mirar hacia atrás y a los costados ocasionalmente, pero lo que siguió fue una cruda carrera hasta una meta que de forma continua se ha estado moviendo más allá de lo imaginado. 

He crecido haciéndome creer que no hay más que las posibilidades recibidas para conformarme con la zona blanca demarcada por la pureza y no aventurarme más allá en territorios que llenen mis días de vergüenza y horror al transitar las sendas escarpadas del siglo XXI. Supongo que muchos tienen centenar de formas para llegar al final del recorrido, después de todo, cada uno se mueve viviendo una trayectoria en busca de aquello. Creo que tengo una trayectoria, pero no un final. Las decisiones que he tomado me han mantenido avanzando con un costo que a ratos me cuestiono, pero que agradezco arcaicamente. Mi vida es una constante aproximación a un ideal que nunca alcanzo, como una línea que se asemeja a una asíntota, ahora adulto dudo estrellarme con la barrera que no debo cruzar. Asíntota es una condición geométrica: los brazos de una función cuadrática se acercan a los ejes del plano cartesiano, pero jamás los tocarán. Son eternamente paralelas, incansablemente extendidas y en continua tensión, una sobre la otra, aún en la distancia atómica más pequeña.

Puedo mirar pero no cruzar.

Puedo escucharlo, pero no dirigirme a su sonido.

Extender las manos, y jamás tocarlo.

Cantarle con la voz en cuello, pero impedir que me conteste.

Puedo imitar sus pasos, pero nunca compartir el baile.

Es mi suerte, el anhelo, el deseo, el ímpetu, el amor: jamás cruzarán la línea de esta realidad.

Sí, el amor y esta realidad son eternamente paralelos, incansablemente extendidos y en continua tensión, uno sobre el otro, maldecidos aún por la distancia atómica más mínima.