El Indeciso en la ventana

Ahora paso la mayor parte del tiempo pensando en acciones que antes me avergonzarían. Me sonrojo en la sorpresa de verme en el mismo espacio contigo, ya que la imaginación es para mí como el viento antes que la lluvia, y eso te convierte por tanto en algo inevitable. Eres lo que deseo poseer en el rigor de su significado, tenerte tan cerca que hasta el eco de tu movimiento pueda calcular de forma automática, lo cierto es que no trabajo como antes; mi trabajo, el tuyo, nos tiene hartos, infelices y dudativos pese a las regalías del ambiente que nos unió. Pero las personas me desconciertan, me lanzan a la espiral maldita de lo que no veo y supongo y aparece el golpeteo en la cien que me despierta antes de las 5.00, y que como frenético, me obliga a sentarme para dormitar y evitar tener el conflicto de decírtelo o seguir viéndonos entre los demás cuando voy a visitarte. 

Estoy comiendo menos creo, despierto antes, domito mucho, ando inquieto todo el tiempo, y todo se detiene cuando te imagino aquí conmigo, acostados boca abajo confesando nuestra marea mientras busco tu mano y electrizo tu piel. No hablaba tanto desde niño, me refiero a hablar solo, mi tía decía que era un don, porque ella también lo hacía claro, pero a veces me asustaba porque no me daba cuenta, pero ahora razono, y pienso que era la única forma de vaciarme lento por todo lo que encerraba, así como ahora, que me digo a mí mismo la verdad, me recuerdo un rosal y me premio con pocos atributos. Es difícil ¿sabes? pero creo que sería más rápido el desenlace si tú también estuvieras acá rondando sin zapatos por la casa. Me pego en la ventana a mirar por treintena de minutos los diferentes cielos, los pájaros que se persiguen y a los vecinos en acción. De hecho, el otro día, un par de cachuditos golpearon la ventana, nunca había visto uno aquí, pero allí permanecieron en el tubo del huerto observando su reflejo en el cristal. Fugaces. Debo aceptar que ese es uno de mis miedos profundos que se replican en esta dimensión: compañías fugaces. Entes especiales que aparecen, se quedan, y en el momento menos previsto, emprenden partida como todos lo hacemos en la vida de otros, no me quejo, es parte de, pero, para algunos como yo este temita es más difícil, sobre todo a los 27, cuando comienzas a cuestionar todo lo que no has hecho para compararlo con lo que harás, y en ese mismo instante percatarte de que perdiste milésimas oportunas para estar mejor de lo que estás hoy. Tranquilos, nos pasa a todos a cierta a edad. 

Ayer vi un tiktok, en el que un sujeto hizo una reflexión brillante, algo más o menos así: "Nunca más serás más joven, pero esta es tu versión más joven del resto de tu vida, ¿aún piensas posponer lo que no has hecho? lo que tienes que hacer, hazlo ahora." Directo al miocardio. 

Pienso un sinfín de cosas cuando miro para fuera, es el hombre veinteañero tras la ventana, que ya sabe lo que quiere, pero aún no decide qué hacer.

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