Antagónico
Siempre creí que me tocaría ser el bueno de la historia, como en todo libro leído y película vista, sería aquel protagonista que redime a la persona turbulenta con un pasado desastroso y herido, y por supuesto, a quién acabaría amando. He mantenido esa fábula por mi forma de ser, esta compulsión por sanar a otro y juntos comenzar una nueva vida, pero me equivoqué... la revelación es que soy quien libra un conflicto de antaño que no cesa, que lucho cada día con mis demonios para seguir viviendo, que soy quien en su ensombrecida figura se desalienta por lo que el resto del mundo ignora, soy yo quien reniega con lo injusto de la vida y que no logra resolver la guerra que me mantiene ahogado.
¿De verdad es tan fácil desapegarse del pasado? he escuchado esa frasecita ridícula de "deja ir el pasado" "libera lo que ya fue para que recibas lo que vendrá" de seguro mencionadas por los privilegiados de tener un pretérito fácil y cómodo; los pocos por lo demás, porque ciertamente la vida es jodida, compleja, arbitraria e injusta en lo magno y suficiente para cada vivo. Y sí, también es bella.
Pero sí, efectivamente soy quien necesita la redención, transito amargado por la vida esperando un milagro que he deseado una milésima de veces, un ser misterioso que evita el contacto con los demás por temor a lo que puedan descubrir, o peor, lo que me hagan revivir. Me toca asumir el papel que da intensidad a la trama: chocando a los demás con la realidad, abriendo nuevos escenarios porque me asquea el actual, y sin querer, trabajar por el triunfo de otros. Contra todo pronóstico, me siento el antagonista de la historia, un hombre amarrado por el ayer y limitado por lo que es, aquel que contempla lo que desea a lo lejano porque no quiere dañar lo excelso frete a sus ojos. Quien anhela una mirada cual nunca recibió, que de un desesperado momento explote la pasión por esa vida, desenfreno por aferrarse a ese corazón para no soltarlo jamás, anudar sus brazos con los míos para vivir la historia que merecemos realmente, y juntos revertir la trama hasta anular al villano y alcanzar lo que ambos buscamos para sí.
Necesito a alguien que vea lo bueno en mí ahora y me valore por ello, me es tan sencillo verlo en todos los demás y eso me costó el ánimo por la vida misma, he vivido lo suficiente siendo un héroe apoyando al desvalido, acompañando al solitario, abrazando al egoísta y perdonando al rencoroso que siento que me estoy convirtiendo en el villano, en el secuaz que retiene una causa pendiente... arrastraría al protagonista a una tétrica escena en el que intentamos amor, pero con mi niño interior herido dañaría a quien intenta acercarse, aquel que complicaría todo porque no sabe ya cómo batallarlo. Bueno, vasta melancolía en realidad comprueba que todos tenemos deudas pendientes con nuestro propio papel años anteriores.
La buena esperanza de este escrito, es que al ser el antagónico, tengo chance a la redención, a la oportunidad de inmiscuirme en la trama de otro para saber si es lo indicado y ser rescatado de una recia contradicción, después de todo, hay contextos más potentes que son los verdaderos villanos a vencer de la historia. No soy cruel, no espero llegar a eso jamás, pero ya uso la coraza, y todos los libros que he leído demuestran que deberás romper la coraza para encontrar al indefenso escondido dentro, eso me hará defenderme, y por consiguiente, un presumible villano que en un segundo intento del protagonista vuelve a quebrar lo que encontró, para hallar al verdadero ser ya sin defensa ni ataque, dispuesto a confiar y aceptar lo que el protagonista ofrece: amor, honor, belleza, triunfo, un cambio, un nuevo algo.
|| Sólo si eres quien espero, no te detengas en mi primera huida, inténtalo hasta llegar al niño que sanará tan solo con lo que tú ya eres.
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