El Vuelo
"Unos corren y desaparecen... otros cruzan la calle y despegan... y yo me quedaba quieto para ver como otros se hacían cargo de su vida cargándose de los planes vigorosos que mantenían estallando en una maleta llena de cometas... pero concluí que todos tenemos nuestro tiempo, y el mío llegó."
Unos corren y desaparecen... otros cruzan la calle y despegan... y yo me quedaba quieto para ver como otros se hacían cargo de su vida cargándose de los planes vigorosos que mantenían estallando en una maleta llena de cometas mas concluí que todos tenemos nuestro tiempo, y el mío llegó. Jueves 01 de febrero 5.00 am y yo me disponía ansioso a lavar la cara de un sujeto extraño en el espejo del baño. Afuera una decena de personas felices esperando la hora de mi embarque y quebrar simbólicamente la dependencia opresora de la cual fui partidiario los últimos 23 años. Salí victorioso de todos los trámites, apreciado por gente que no conocía y amado por mi familia que siempre mostró
sus sentimientos en formas de enigmas, jamás pensé experimentar un orgullo nato, puro y liviano como cuando salía de mi casa cargando una mochila y rodando la maleta directamente al primer escalón de mi viaje. No sé cómo iba, sinceramente me veo siendo llevado por una huincha mecánica avanzando hacia adelante, yo no hacía nada, literalmente me llevaban y gustosamente me dejé transportar a todas las esquinas de esta aventura hasta llegar finalmente al bendito aeropuerto. Lo veía en las noticias, en los diarios, y de hecho es más chico de lo que imaginaba, pero igual de bonito en serio, me parece increíble la autosustentabilidad del aeródromo nacional, tenía todo y al parecer sólo vivía gente que dedicaba su vida al modelaje.
Después de la inspección final caminé por detrás de una mampara de vidrio y no puedo evitar describir el rostro de mi mamá sosteniendo una lágrima muy pesada entre ambos ojos... su sonrisa hermosa y valiente aguardando el marco que quería dejarme en la memoria hasta que yo volviera... mientras todos miraban y conversaban distintos sólo ella me siguió con la entereza de sus ojos... ambos sabemos que yo estaba siendo su reflejo... mi cara de emoción asustada le fue suficiente para ser brava por mí y yo intenté ser valiente para ella... hasta que tuve que redirigir mi vista y mirar al frente, hacia adelante avanzar sin detenerme porque al invitar al desastre adolescente quizás no hubiese continuado. Y lo hice. Con una mirada franca caminé con la vista en alto pasando por múltiples tiendas y escuchando un docena de idiomas, centenares de rostros distintos que tal vez tenían el mismo sentimiento pero distinto porvenir. Busqué mi andén para rechazar la tentación de adentrarme en las tiendas que debí conocer antes pero fue resuelto no, porque de ser así, hubiera franqueado todo mi sueldo en un llavero tallado.
Llegado el momento... vi mis pies juntos en el borde exacto del túnel de embarque y el ingreso a la cabina... Si cruzaba no había vuelta atrás... y lo interesante es que no quería que lo hubiera. Me detuve para disfrutar el momento, una magna y doblegada planificación de cuando era niño. No sé cuantos pasos dí, yo sólo me concentré en buscar mi asiento, no caer, no empujar a nadie y que nada se me cayera de los pequeños bolsillos donde había metido 5 papeles de quienes (literalmente) colgaba mi seguridad internacional... como nadie te dice, existen dos corridas laterales ubicadas en tríos asignados alfanumericamente lo que multiplicaba exponencialmente mi ubicación en el avión, pero (no me jacto, pero me han obligado a reconocer mi tenacidad) 10 segundos fueron suficientes para descifrar el código enigma. Fue el instante preciso en el universo para alguien que sueña con los ojos abiertos y desde pequeño ideó volar a tal punto que el apellido de su primer correo electrónico fue: volador, y sí, ese soy yo, lo mejor que me ha podido pasar es calcular tres veces para convencerme de que el lugar expectante era afortunadamente: VENTANILLA.
Más el disfrute tiene su carga de terror escondida en el fondo de la palabra. Sino, no se disfrutaría... el despegue y la estrellada vibración con la cual el avión se aleja del suelo hace ver a cualquiera como lo que es: un vulnerable ser humano a merced de una máquina... y más insignificante te sientes cuando ves que las ciudades se hacen polvo entre millares de montañas. No sé cómo podría describir el evento... sé lo que guardé en mi memoria... Sólo agregar con fe, que cumplí mi sueño más alto brevemente: crucé una nube. Y aunque casi logra detener el corazón con el remolino en la turbina me mantuve contento. Disfruté las dos horas con 45 minutos de vuelo. El primero de muchos espero, Bueno, esta es la historia de un no volador, que quiso volar desde pequeño y logró volverse un volador principiante. Ahora entiendo porque Dios prefiere los Cielos.
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