Sotavento.

"Esta es la historia de un breve encuentro entre el sonido de la lluvia y el lento dormir de un soñador."

Esta es la historia de un cercano tiempo, de cuando el océano se conjugó al cielo bajo el manto tan oscuro y nuboso de la noche, acostado sobre el mar profundo, quise cruzar el techo al que antepone el firmamento, para imaginarme volar bajo la lluvia que se precipitaba contra el tejado de la bóveda. En eso, diez pájaros de distintos tamaños y direcciones, migraron de muro a muro, asemejados al óleo más azabache; circundaban el estrecho espacio de vuelo a mil giros mientras parecían evitar el centenar de gotas pluviales igual de ideadas. 

Recuerdo poner mis manos detrás de mi cabeza para escuchar la lluvia que despide agosto, y en el silencio de un notebook con luces de azul cristáceo, perpetuar estas palabras como oda al momento. Pensaré en envolverme con su lana de garzo castaño y ponerme al revés para agitar aún más la circunvalación del viento empapado. De dos faroles se encendieron sus luces, y en el llevar de su viaje, las sombras aladas de cuatro aves más que se desprendían de su papel y otros de su rama. 

De pronto a un corto instante y a ras de suelo planeó el más pequeño entre tanto rotaba de lado a lado sobre la esfera blanca de las diez luces del infinito, colores que se amarraban uno tras otro sin dejar matiz explorado. Más poco a poco, iniciaron las luces su final mientras parpadeaban por gotas sobre su resplandor y las aves torneantes a impregnarse en el follaje de su origen cárdico... desearía prolongar ese breve comento, pero el acontecer prosiguió a un cierre de las ventanas del sotavento al detener la lluvia y con ello el efímero pensar sobre el edredón.

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