"DONUTS"
"Me hizo concluir que alrededor de una mesa a la hora de su Once, puedes ver donuts impresionadas en los comensales. Para invitarles a comer a tu lado, antes debes ver cómo es su esencia en el centro, qué adosa su superficie y con qué quieres acompañar su grata visita."
Ver la mesa llena de visitas inesperadas, provocó algo tan grato en mí, que no alcanzo a encontrar las palabras para describir lo profundo de ese momento. Levanté los platos en la sobremesa y los apilé en espera del agua a punto de incurrir. Sequé mis manos y silencioso salí de la casa... caminaba sin prisa, esforzándome a que cada paso fuera como no estar moviéndome, y ¿a qué iba? dar unos minutos a la visita especial que aún viajaba en metro. Esperé sentado en el paradero atento a la calle que la traería. Había olvidado tanto la sensación de aguardar su llegada a las puertas de mi casa, o en la suya, he sido tan torpe también con los gestos que hace tiempo mantenía, resistirme a la frialdad criada y sobreponerme a lo que no tengo para darlo.... pero para dar algo que no tienes, primero debes crearlo, ¿no?.
Me puse en pies al ella bajar del
autobús, levanté mi mano para saludarla y alentar su cruce para encontrarnos en
la misma vereda. Siempre ha tenido una facilidad para sonreír que admiro tanto
de ella y nunca se lo he dicho. Es tan independiente, tan fuerte y sensible que
sabe cómo consolar cuando ella misma llora, que entretiene estando ella incluso
aburrida, y que me hace sentir tan amado con solo mirarme, porque es ella la
que sabe darme ese abrazo Justo, justo en contacto y tiempo, porque sabe que no
me gusta abrazar, pero lo tolero por ser ella y ella lo sabe y por eso hace eso
tan auténtico. Hablar con ella es una tragedia en comedia, sólo habla y escucha
así misma, se conforma con que alientes su conversación con frases cortas como;
Así?, que bueno, en serio?, no, no creo, a lo mejor, quién sabe?... Maestros de
las palabras, que sabemos disimular la respuesta a nuestro mutuo ¿cómo estás?
porque ninguno quiere asustar al otro más de lo suficiente, que exactamente
sabemos cómo está el otro, una breve pero necesaria charla entre ella y yo.
El clan de mi madre es el grupo
de personas que seguramente (de ni haber sido indígenas en el pasado) habrían
descubierto el valor del azúcar, el chocolate, la crema y la mantequilla,
porque no hay día ni momento familiar en el que no se coma algo que incite a la
sangre a espesarse. La hora de la Once, es el legado que nuestra generación
está aprendiendo, donde cocinar, comprar o traer un pastel, galletas, tartas, queques
es la forma de decir que los amas. Hoy, en un mes de amenazante lluvia, compré
donuts, trajeron pastelitos, seguramente cocinaremos panqueques o pasaremos
sopaipillas... No sé cómo se me ocurrió, pero resumiré el epílogo a esto: Y ¿sí
cada corazón fuera una Donuts?, dulce y diferente, un sabor que debes probar,
para dimensionar su esencia... y ¿traerlos a tu mesa en el momento justo?
|| A mi amada
Melania, la madre de mi mamá. Mi abuela, Mi Ita.
Quien siempre lleva consigo 'engañitos' bajo la manga.
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