๑ ACAMPANTE ๑

"Que alguien complicado y extremista acampe es un desafío, pero que alguien complejo se detenga por las cosas simples, es algo totalmente posible para lo imposible."


Muchos hablan de que la vida en este mundo no está hecha para cobardes, pero vivir aquí, tampoco nos hace valientes. Para mí, esta vida está hecha para quienes se mueven, para aquellos que viajamos incluso, sin saber el rumbo… de esta manera, literalmente, estas palabras hicieron sonar mi cráneo contra las ramas mientras agitaban estos pensamientos que circundan a diario por mi mente. Como nunca, la caminata en ascenso se ha convertido prácticamente en escalar, los ganchos a los que comúnmente llamaba manos, quedaban esculpidas por el suelo seco y borrascoso que insistía en hacerme resistencia, me paré para tomar aire y fruncir los ojos para divisar la altura entre lo poco y nada que enmarcaban los árboles, jalé una de las correas para equiparar el peso de la carga y seguir la quijada marcada hasta encontrarme con las rocas en la cima y levantar ahí lo que últimamente se ha convertido en mi pasatiempo favorito: armar un campamento improvisado. 

Dejé sobre una roca la mochila, el saco y la frazada enrollada mientras estiraba lo único que me separaría de los temibles oleajes de las alturas. Estacaba los vientos de la carpa para asegurarme de dar la pelea antes de ser vencido por las fuertes ráfagas que sólo las cimas pueden convocar. Y antes de verme rodeado por ellas, bajé entre medio del insipiente bosque que trataba levantarse en el borde de la quebrada, encendí la yesca, y sobre la única olla que llevaba, herví el agua para dar comienzo al verdadero motor de momentos incorruptibles. Todos los acampantes estaban en lo suyo, y aprendíamos a convivir en el mismo espacio, y aún así, había oportunidad para la individualidad, y en honor a los lemas implícitos de la zona, me apoderé de la mesa jaspeada por la breve llovizna para bendecirla con la tolerancia a una evaluable cafetera. Y es… es este olor… a café tostado recién expreso, ennoblecido con madera recién partida, groado por eucaliptus fresco y esparcido por humedad aérea lo que garantiza el estandarte que he portado desde mis dibujos en el primer quintenio hasta ahora, decidido a potenciar esto continuamente para que toda vista la abarque: Las cosas simples, esas que no se ven ni preparan, esos detalles que aparecen en su medida justa, aquello que lo improvisado y lo instantáneo, escondidos en el tiempo, planifican en silencio para sorprender a seres como nosotros, es decir, a los viajeros, quienes están en constante movimiento, se mueven para no quedarse en el mismo lugar, aún si nuestro cuerpo permanece en su sitio. Dios sabe perfectamente que con un poco de tierra en el extremo sur, sembrando y cosechando mi labraje, caminando por los senderos y mirando la noche llover bajo un vidrio, hubiera estado conforme y feliz. Pero me envió al carril dónde el camino estrecho sube, baja y se parte, pero sigue dirigiéndose hacia arriba, cada uno decide como subirlo, desde ahora, prometo fijarme en lo que los otros pasan por alto, detenerme frente a lo que florece sin retorno y desaparece sin ser alistado. No pretendo frenar frente a situaciones parecidas a esas horas, ya que en lo complicado sólo multiplico mi complejidad, sólo quiero liberar mi contradictoria tendencia a descansar y estar en equilibrio… Ya puedo cerrar mis ojos y ver desde la cima todo lo que estará bajo mis pies… aunque deba armar y desarmar, cambiar o reparar este campamento mil veces, y otras mil veces más, lo levantaremos… y paradójicamente, sin descansar.


No es un secreto que me estoy quedando sin tiempo, con veinte y tres años cumplidos, me cuesta ver otro panorama, más allá del que tengo hoy. Hace tiempo, decidí vivir en el presente, pero con la obra así, no quiero vivir la ladera que ya transité, y no quiero seguir caminando al borde de esta quebrada, sí no imagino mejor futuro, ¿por qué refuto en idear lo que me espera montaña arriba?.

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