Febrero 26, 1865.
No te he escrito hace muchos meses, como no
respondiste mi carta, supuse que nunca llegó a tus manos, para obviar pensé en
una tragedia abundando tus heredades, pero confío en que todo está bien. Llegué
ayer al anochecer, mientras el sol caía, miraba la abundancia del norte, cuán
verde procuran sus praderas, tan joviales relucen los rostros aquí. La gloria
del triunfo vicia cada grano en todos los estados de La Unión, mientras el Sur
que forjó nuestra fortuna aun sobrevivía renovando sus campos de blanco
algodón. Ha sido un largo viaje hasta aquí, temía por peligros durante el
camino, pero sanos y salvos hemos llegado, si no es por Emma y Phillips, el
viaje hubiese sido eterno. Están bien por cierto, las tropas nunca lograron
capturarlos, después de todo, como ya sabes, han sido libres desde que cumplí
mi edad civil. Justamente a mi arribo fui abordado por una de las fiestas más
importantes de la región Yankee, y ahí estaba mi familia completa, la pérdida
de miembros en nuestra generación no se vio válida, muchas familias amigas
perdieron a sus hijos, gratitud tengo porque no fue nuestro caso.
Las copas cantaban, la música llenaba cada rincón de la mansión Grant, las risas estalladas de los Yankees se intercambiaban por el sabor del gran festín. Me encontraba en medio de aquellos que habían saqueado el sur, pero eso ya no parecía importarles, varias familias del condado se hallaban reunidas en aquel salón, cada linaje fundador de Georgia compartía como verdaderos inalcanzados de la ruina junto a los adinerados que le permitirían seguir en su nivel. Apariencias no me interesaban, sólo aprecio los bailes porque me gusta ver como la membresía se entretiene al son de la música y la euforia de la alegría. Apenas divisé a mis hermanos me escabullí en la multitud para no interrumpirlos con sus nuevas amistades, Iana lucía retórica y hermosa rodeada de jóvenes que de seguro procuran su mano, acariciando el borde fino de su gran vestido blanco. Brian como siempre corpulento junto a una mesa coqueteando por sus honores sobre su pecho. Mientras tanto mi buen padre yacía sentado junto a la ventana rodeado de muchos varones que prestaban atención a sus razones. Sabes cuánto detesto bailar, pero tuve que bailar con mi madre. Al ritmo de la melodía del Valls en pasillo, giraba escuchando atentamente el renuevo de buenas nuevas que han acontecido. Hace tanto tiempo no chocaba con personas bailando, que no sentía el olor etílico ennoblecido, el olor a pino fresco que aún permanecía en sus ropas. ¿Sabías que podrías bailar con cualquiera en este baile?. Fue la cuestión que planteo mi madre, que me hizo remecer. Si, cierto era, podía bailar con quien quisiera. Pero no me apremia el hacerlo. El tiempo en este par de años se había detenido. Muchas personas en este salón, incluyendo a mi familia, ignoraban la situación real que aquejaba su cuna, ver como las cumbres caían a pedazos, y como unos pocos que amábamos lo que construimos nos quedamos para mantenerlo en pie.
Sea como sea, me siento feliz porque todo ya está por terminar, podré seguir reestableciendo la salud de los pobres dolientes, victimarios de la guerra. En fin, mi familia desea que me quede con ellos para afianzar vínculos y elegir una nueva morada en el corazón de la libertad, más, me he rehusado, deseo volver a mis tierras, proteger al noble brote de nieve suave que crecerá hasta tocar el cielo. No soy mediocre, ni conformista, sólo atesoro lo que ya tengo, lo que me ha llenado de perfecta paz en medio de los campos reflejos del célebre sol, cabalgar por la ruta del bosque y llegar al pueblo fundado por nuestras familias. No siempre es necesario partir de cero, en realidad nunca lo haces, en cierto modo, siempre conservarás algo que ya tenías y que te ha hecho crecer, ser lo que eres ahora. Espero verte muy pronto para cuando encuentre propia felicidad y te escriba para cantar victoria, prometo ser el mismo joven de ligera barba pero diferente, lleno de optimismo y braveza de alma.
Las copas cantaban, la música llenaba cada rincón de la mansión Grant, las risas estalladas de los Yankees se intercambiaban por el sabor del gran festín. Me encontraba en medio de aquellos que habían saqueado el sur, pero eso ya no parecía importarles, varias familias del condado se hallaban reunidas en aquel salón, cada linaje fundador de Georgia compartía como verdaderos inalcanzados de la ruina junto a los adinerados que le permitirían seguir en su nivel. Apariencias no me interesaban, sólo aprecio los bailes porque me gusta ver como la membresía se entretiene al son de la música y la euforia de la alegría. Apenas divisé a mis hermanos me escabullí en la multitud para no interrumpirlos con sus nuevas amistades, Iana lucía retórica y hermosa rodeada de jóvenes que de seguro procuran su mano, acariciando el borde fino de su gran vestido blanco. Brian como siempre corpulento junto a una mesa coqueteando por sus honores sobre su pecho. Mientras tanto mi buen padre yacía sentado junto a la ventana rodeado de muchos varones que prestaban atención a sus razones. Sabes cuánto detesto bailar, pero tuve que bailar con mi madre. Al ritmo de la melodía del Valls en pasillo, giraba escuchando atentamente el renuevo de buenas nuevas que han acontecido. Hace tanto tiempo no chocaba con personas bailando, que no sentía el olor etílico ennoblecido, el olor a pino fresco que aún permanecía en sus ropas. ¿Sabías que podrías bailar con cualquiera en este baile?. Fue la cuestión que planteo mi madre, que me hizo remecer. Si, cierto era, podía bailar con quien quisiera. Pero no me apremia el hacerlo. El tiempo en este par de años se había detenido. Muchas personas en este salón, incluyendo a mi familia, ignoraban la situación real que aquejaba su cuna, ver como las cumbres caían a pedazos, y como unos pocos que amábamos lo que construimos nos quedamos para mantenerlo en pie.
Sea como sea, me siento feliz porque todo ya está por terminar, podré seguir reestableciendo la salud de los pobres dolientes, victimarios de la guerra. En fin, mi familia desea que me quede con ellos para afianzar vínculos y elegir una nueva morada en el corazón de la libertad, más, me he rehusado, deseo volver a mis tierras, proteger al noble brote de nieve suave que crecerá hasta tocar el cielo. No soy mediocre, ni conformista, sólo atesoro lo que ya tengo, lo que me ha llenado de perfecta paz en medio de los campos reflejos del célebre sol, cabalgar por la ruta del bosque y llegar al pueblo fundado por nuestras familias. No siempre es necesario partir de cero, en realidad nunca lo haces, en cierto modo, siempre conservarás algo que ya tenías y que te ha hecho crecer, ser lo que eres ahora. Espero verte muy pronto para cuando encuentre propia felicidad y te escriba para cantar victoria, prometo ser el mismo joven de ligera barba pero diferente, lleno de optimismo y braveza de alma.
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