- Precipicio:
"... Anunciaban el fin de un camino, pero el inicio de un vuelo."
Respiraba tan febril como siempre. El vapor fugado de mi boca semi-abierta
corría después del paso. Lo frío de mi mundo luchaba con el tibio aire que
venía del norte. Me precipité a observar el tren descarrilado que pasaba por
mis ojos, el vagón de la resiliencia era el más dañado, no había conductor, el
último carro alegre ya estaba quebrajado, y todo el sistema se aproximaba al
cruce del otro extremo, pero, sin puente. Quisiera tener un cordel seguro que me
sostuviera cuando decidiera bajar, en caso de que me arrepiéntase para poder subir,
pero no serviría mucho, porque una vez que la sombra proyectada de arriba
comenzara a cubrirme, sería muy difícil retornar a la altura en la cual estoy
acostumbrado.
Mientras me acuclillaba para acariciar un bucle del pasto, miré el
fondo sin tener del precipicio. No quería volver a tocar fondo como ese
momento, pero ¿qué hacer cuando lo único que deseas más en la vida es descansar
de todo?, olvidar todo para reiniciar tu camino. Abrir las alas y despegar lejos, donde el tiempo una vez
descompuesto, cambie en otro lugar, viajando por el mundo. Al mal tiempo, buena
cara. Eso dicen, por lo tanto, el clima horrorizado huiría de mí, al
encontrarme en un nuevo lugar. Pronto las alas de mis pies se fatigarían de
saltar entre extremo y extremo, pensando en qué hacer con este gran asuntito
crucial de mi existencia. Pero ya no podía perder más tiempo, tengo que actuar.
La juventud se me iba de las manos, el tiempo me lo arrancaba como flamantes
ropas. Me sentía desnudo frente al trote de todo. Sólo volví al borde de un
puñado de piedras, di unos pasos atrás y cerré mis ojos llevándolos al cielo.
Un choque de nuevas conexiones era forjado entre todo mi cuerpo. Respiraba
considerablemente y el sol una vez más entibiaba mi cuerpo, abrí mis brazos
dejando entrar los rayos del sol en su totalidad. El vigor de cada roca a mi
alrededor y la ternura del pasto musgo, anunciaban el fin de un camino, pero el
inicio de un vuelo.
Han pasado 21 días inertes, pero llenos de vida, en los cuales he
encontrado un nuevo enfoque para afrontar la vida, por eso me temo mi querido
precipicio que no me lanzaré ahora... tendrás que esperar más para verme caer con
ambas rodillas al borde y lanzarme de cabeza a la tristeza y la disolución, porque aún
estoy vivo, aun corro, siento y creo, todo lo puedo, puedo taparte ahora mismo
pateando la tierra debajo de mis pies. Pero, ¿para qué?. Aún estoy en el juego.
He vuelto.
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