- Fogata de Ideas
En realidad esto no tiene sentido.
Debajo de esta polera, ardía el mismo sentimiento de represión que sentía
el fuego al dejar escapar esas chispas. Tan incontrolable estaba todo, que sólo
fue un segundo de descuido, para que mi área motora ejecutara la orden de
sacármela. Muchas voces reclamaban en mi mente para irse en contra de su
condición, tener en mi cabeza estas dos ideas chocando, de serlo y no ser, de
amar y si no soy amado, de querer hacer todo, cuando no hago nada. Me acerqué
al roquerío tan cerca de su fin como pude. Comencé a lanzar piedras tan pesadas
y ligeras a la vez para que mis ojos dijeran al cerebro como se botan las
ideas, después de todo, eran lo mismo; pesadas: porque llevarlas es una carga y
livianas porque técnicamente no pesan. Y si, entonces las ideas son piedras.
Mientras alimentaba las llamas de la naciente fogata, dejaba que los
chistidos y el sonar de las quebradizas ramas, formarán la armonía matutina. El
tic nervioso de mi ojo izquierdo otra vez me jugaba una broma concomitante apareciendo justo cuando intentaba
concentrarme en lo que quería hacer. Pero ¿cómo logras concéntrate realmente en
algo?, o bien, ¿por qué me desconcentro?...
Realmente ¿hacemos lo que queremos?, yo creo que no. Porque podemos
estar haciendo algo que no nos guste, y lo hacemos porque “estamos obligados” a
hacerlo… pero debido a esto me pregunté: ¿Existe, entonces, la voluntad
realmente? Porque si hacemos algo obligados, es porque en primera instancia no
queremos hacerlo, y si lo hacemos igual, lo hacemos porque queremos hacerlo en
definitiva. Porque si realmente tuviéramos la Voluntad en plenitud, actuaríamos
en pro y no en contra de lo que deseamos hacer. Nuestra Voluntad sería Voluntad
por ser la fuerza motriz que nos mantiene actuando.
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