Febrero 28, 1864.
Hasta hace
tanto tiempo, no había pensado en escribirte. Los días han pasado fríos y
sinópicamente sombríos bajo los estragos de la guerra. Han sido meses de interminables dudas, que se
balanceaban entre la defensa y la
defensiva, pero nunca el ataque. Y esto es lo que más me preocupa, en mí no ha
surgido el arte de avanzar y hacerle
frente a las nieblas que nos invaden. Lo único que me reconforta es seguir
cuidando mi estado de salud, pese al crudo invierno que extrañamente se ha
aparecido estos días, me mantengo firme después de una disolución como esta. No
poder ocupar mis manos para capear la fuerza de lo que siento. Espero que tú
tengas lo que has deseado todo este tiempo. A nuestro pequeño lugar sólo llegan
seis palomas mensajeras todos los lunes, que traen las buenas nuevas para
suscitar la semana con ahínco o desprestigiarnos en el suelo con noticias
desalentadoras. Por eso cada día al amanecer voy a los pinos, pasando los
campos de avena, para no dejar que nuestra distancia me termine consumiendo. La
granja te ha extrañado mucho, intento hacer todo lo que puedo con la heredad de
mis padres, pero entre todos los discapacitados del hospital, el miedo comunal
de toda la región y los asuntos administrativos para mantener en pie, aunque
sea en una rodilla, a los que más puedo. Liberé a todos esclavos, de la casa,
pero no me quede solo en la resistencia del infortunio. Conmigo están Phillips
y Emma, los esclavos que mis padres pusieron para protegerme siendo un bebé aun
en gestación. Mis inseparables cuidadores que hoy ya se llaman amigos, me han
ayudado a mantenerme firme frente a todo.
Fueron fundamentales para sobreponerme a mí mismo y no dejar que mi
desfortunio en el amor me llevara a la locura. Tuve que romper mi compromiso
para que se fuera con su familia al Norte, donde ya la guerra canta victoria.
Creo que ya no puedo irme más al sur, me siento en los confines de la tierra en
medio de la nada. Rodeado de nieve, y grandes árboles centenarios que me recuerdan
cuan fuerte soy.
Extraño esos
deleitados bailes de alta alcurnia al cual estoy acostumbrado, escuchar los
cristales de las copas sonar por el contenido de whisky y ese olor a pino
fresco que se sentía cuando un miembro de mi familia reía. Escuchar a Iana
reclamar por el gran vestido europeo que viene entrando al único estilo de los
Lincoln, mientras Brian sonríe agasajado por el festín. Creo fervientemente en
que todo cambiara y yo volveré a hacer el mismo hombre que siempre he querido
ser. Sólo quiero cerrar mis ojos y soñar eternamente, como estoy acostumbrado a
hacerlo. He crecido, y siempre ha sido por escalar de forma frenética lo que
quiere vencerme.
Como siempre, el soñador de día, que nunca descansa y sólo lo hace para doctrinar a los soldados lo mediocres que son si dejan reprimir sus sentimientos como yo lo he hecho. Esto es lo único que hoy tenía para decir. A veces me invade el sementalismo y me vuelvo más nostálgico de lo que me caracteriza, rayando lo burdo. Pero esto soy, un hombre de barba cargada, con cabello de carbón desordenado por el día a día, que fuma las malas ideas en su pipa y se sostiene en sus pies poderosos en su juventud. He seguido tus consejos, como casi mi conciencia y he usado ropa más clara contendiendo por el azul gris que me gusta últimamente. Espero recibir muy pronto buenas nuevas de mi alma, mientras tanto estaré esperándote sobre la nieve mirando como el Sol aparece para sorprenderme cada instante de mí no inhóspita y prodigiosa vida.
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