- Limitante y Roto.
No sigas.- Pronuncié delimitando la distancia entre ambos cuerpos. Sabía que si se osaba a seguir, se aventuraba a salir con algo roto, quebrar lo que hasta ese momento había sido un sueño al borde del desenvolvimiento. Tragar se había convertido en el desafío más largo que había vivido, antes de quitarle la mirada a la piedra que simulaba estar cerca de su oído izquierdo.
- Tu sabes perfectamente.- pausó, suponiendo que el ardor de sus majillas darían el toque dramático a la escena.- No lo hagas más difícil, por favor.
No había algo que detestaba más, que los eternos espacios que daba entre cada frase, hacía que mis latidos aumentaran de uno a dos por segundos, concluyendo por qué el tragar era algo imposible, el corazón había subido a mi garganta.
¿Qué no haga difícil, qué?.- franqueé, esperando su respuesta. Ya sabía que el calor que desprendía su cuerpo pronto llegaría y chocaría con el campo frío que había interpuesto entre nosotros a causa de la mal presión. Muy pronto los límites estarían siendo pisados porque ambos sabíamos que estábamos amarrados a otras cosas, pactos secretos, nosotros mismos, lo que creíamos, lo que amábamos.
- Tú, tu eres.- Hasta esa frase, me preguntaba en qué momento había dejado que se convirtiera en el aire que necesitaba para vivir, sentí como frágilmente una gota de sudor recorría mi frente cayendo por mi barbilla, al igual que la sensación de corriente que lanzaba una de mis falanges al suelo.
Su sonrisa se había vuelto tan cuadrada, jamás antes me había llamado la atención un mentón como ese, tan redondeado y profundo con una hendidura en su centro que se trazaba de norte a sur, coronado por unos labios normales, atrayentes y completamente secos, que reclamaban para ser humedecidos, que sólo se abrían para soltar el aliento atrapado garganta adentro.
- ¿Yo, qué?.- tensé mi mandíbula. Imitar a los demás nunca había sido mi deporte favorito, digo, hay momentos en los cuales tienes que recurrir a viejas memorias de series, películas, libros, para buscar en ellas; posturas, miradas, frases, que te ayuden a salir airoso de algo, que no den signos de temor y recelo, pero ya me quedaba sólo una vida y la estaba perdiendo, porque los dardos que me arrojaba me estaban quitando puntuación.
Lo más sorprendente de todo, es que no quería seguir así, que en un chispido de dedos saliera disparado a esconderme detrás de mí hipocampo y buscar allí algo que me ayudara a parecer serio, sereno ante cualquier cosa, pero sólo basta un empujón para botarme, más bien sólo ampliar mi superficie de suspensión, atrasando un talón para mayor resistencia.
Sus ojos eran profundos, eran el primer par que no se cerraban o cambiaban la dirección de su vista cuando chocaban con los míos. Era la primera vez que no tenía miedo de mirar a alguien a los ojos por temor a esa consecuencia, de hecho, la buscaba.
Con temor recordé, ese instante, a punto de comer, cuando su vista chocó con la mía, fue como un choque electrodinámico, donde no se sabía quién era el protón positivo ni negativo, ambos tirábamos y aflojábamos, el recordarlo me da risa, era mirar a alguien de 6 años mirando la comida que no le gustaba pero eran más de 18 años que miraba a alguien con temor, jajá, después que termino su pregunta, se volteó y pude descansar cerrando mis ojos lanzándolos al suelo, ¿Por qué todo tenía que resultar así?. Fue entonces cuando recordé mi pregunta y atentablemente sobrepuso su rostro a contestarme: No sé, y estaré por descubrirlo.
Comentarios
Publicar un comentario
Sólo escribe lo que sientes, lo que acabas de leer tiene un valor personal e inmensurable ante ojos humanos.